Un lenguaje común para las finanzas sostenibles

La proliferación de fondos de inversión sostenibles ha alentado la preocupación por el 'greenwashing'. Pero la taxonomía europea va en su contra

Photo by Adeolu Eletu on Unsplash

El conocido como greenwashing o ecoblanqueo es un fenómeno que cada vez atrae más atención y preocupa a todos aquellos vinculados a la sostenibilidad, bien desde el punto de vista de la gestión empresarial como desde el ángulo de las administraciones públicas o la propia sociedad.

Es el término que utilizamos para definir la mala práctica corporativa de comunicar un producto o servicio como medioambientalmente sostenible cuando en realidad no lo es.

La proliferación de fondos de inversión sostenibles en los últimos años ha generado una mayor preocupación por el greenwashing en los mercados de capitales y esto, a su vez, ha acelerado la respuesta desde el lado del regulador, resultando en la aparición de un fenómeno taxonómico de actividades verdes a nivel global.

Ese fenómeno comprende los esfuerzos de aquellos países o instituciones en su intento de crear listas oficiales de actividades o sectores alineados con el medio ambiente, para ayudar a un desarrollo de la inversión sostenible con un marco estable y con mayor credibilidad.

La taxonomía se ha concebido como el primer pilar de un ambicioso Plan de Acción en Finanzas Sostenibles en la UE

El anuncio del desarrollo de una taxonomía de actividades verdes por parte de la Comisión Europea en 2017 se considera como el comienzo de este fenómeno, acompañado por iniciativas similares en otras regiones como Canadá, China o Malasia.

A nivel europeo, la taxonomía se ha concebido como el primer pilar de un ambicioso Plan de Acción en Finanzas Sostenibles que la Unión Europea pretende poner en marcha para contribuir a la canalización de capitales a la transición a un modelo económico sostenible e inclusivo.

Las actividades incluidas deben, en primer lugar, contribuir sustancialmente a al menos uno de los seis objetivos ambientales definidos; en segundo lugar, no debe perjudicar significativamente a ninguno de los objetivos restantes; y debe, por último, cumplir con unas mínimas garantías sociales.

Ese listado de actividades verdes ya se ha desarrollado para los objetivos de adaptación y mitigación del cambio climático y está en desarrollo para los restantes: la protección del agua y los recursos marinos, la transición a una economía circular, el control y la prevención de la contaminación y la protección y restauración de la diversidad y los ecosistemas.

De la taxonomía a la ecoetiqueta

El desarrollo de esta taxonomía verde es lo que aporta un marco de uso de los fondos para otras ramas del Plan de Acción en Finanzas Sostenibles como ecoetiqueta para productos de inversión para el cliente retail, el estándar de bono verde europeo o los índices de referencia climáticos, que posiciona ahora mismo a la Unión Europea como la referencia mundial de la búsqueda de la calidad y la confianza en la inclusión de los criterios ambientales, sociales y de gobernanza (criterios ASG) en el sector financiero.

Esa ventaja comparativa es clave para que los actores de los mercados de capitales estén informados y preparados a la hora de afrontar el nuevo entorno de cambio de paradigma hacia una economía sostenible e inclusiva. 

La Unión Europea ha tomado la iniciativa de crear una Plataforma Internacional de Finanzas Sostenibles

Como parte del marcado liderazgo europeo a nivel internacional en promoción de las finanzas sostenibles, algunas de las herramientas clave del Plan de Acción en Finanzas Sostenibles como la taxonomía o el estándar de bono verde europeo están diseñadas tanto para su uso interno en los mercados europeos, como para su uso a nivel global.

En paralelo, es la propia EU la que ha tomado la iniciativa de crear una Plataforma Internacional de Finanzas Sostenibles donde se pueden encontrar participantes como Argentina, China, Marruecos, India, Nueva Zelanda, Senegal, Noruega o Singapur.

La finalidad de este espacio de encuentro es mantener un diálogo estrecho con quienes estén desarrollando normativas similares e intentar armonizar e interpretar las distintas aproximaciones a la transición ecológica y la industria verde desde el punto de vista del fenómeno taxonómico y desde el punto de vista de la divulgación de información no financiera.

El liderazgo de Europa

Esta Plataforma Internacional de Finanzas Sostenibles es un espacio de especial riqueza, dada la diversidad global a la hora de afrontar el desarrollo de estas clasificaciones, que va desde el punto de vista nipón, muy vinculado a las actividades de transición, hasta la aproximación canadiense, orientada por completo a una economía basada en los recursos naturales en lugar de en los servicios, como sería el caso de la economía europea.

Es la habilidad intrínseca de la Unión Europea de gestionar la diversidad la que la cualifica de forma especial como institución para tripular la unificación de criterios en representación de sus estados miembros con otras potencias a nivel mundial.

A nivel nacional, la influencia de la UE como punta de lanza regulatoria en finanzas sostenibles tiene también su influencia.

En España hemos presenciado el pasado mayo de 2019 la aprobación de un anteproyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética alineado con los objetivos europeos de descarbonización y que activa la movilización de inversiones climáticas de cara a 2030, la puesta en marcha de una estrategia de transición justa o la publicación de informes sobre el impacto climático por parte de las entidades financieras.

Estas acciones se suman a otras que posicionan a la economía española a la primera fila del trabajo para abordar los retos derivados de los objetivos de sostenibilidad en los próximos años.

Ahora en portada