Salarios, litigios o marketing financiero, tres piedras en el camino de la ESG en España

El catedrático de Finanzas de Deusto Business School, Fernando Gómez-Bezares, en una entrevista exclusiva con SOCIAL INVESTOR, pide que se estandarice la información no financiera para que este enfoque inversor se desarrolle correctamente

La inversión bajo criterios ESG (Enviromental, Social & Corporate Governance) está en un punto de inflexión. Las empresas y los inversores exigen cumplir con las premisas medioambientales y de responsabilidad social, pero sigue sin haber criterios comunes para que la información sea completamente verificable.

Así lo apunta Fernando Gómez-Bezares catedrático de Finanzas de Deusto Business School, uno de los expertos españoles en materia de inversión ESG y vicepresidente de Spainsif (Foro de inversión sostenible de España).

“Se necesita que las empresas que realmente son sostenibles den información verificable y estandarizada”, indica.

“Es importante que la información no financiera no sea ‘green washing’, que una empresa parezca muy ecológica, por ejemplo, cuando en el fondo es lo contrario. Eso es fatal para los inversores socialmente responsables porque, cuando vean lo que hay, se irán”, resume.

Recalca que esa necesidad de datos verificables, similar a lo que ocurre con la información financiera, debería venir de la Unión Europea, que ya está dando pasos. “La verificación es obligatoria pero hace falta que sea más clara”.

Algo similar a lo que ocurre un informe anual financiero que, aunque sea diferente en Estados Unidos y en Europa, es fácil de entender a ambos lados del Atlántico.

“Debería llegarse a algo parecido a una estandarización y a una verificación similar a lo que ocurre con las auditorias. Llegar a eso es un deseo pero todo lo que avancemos será positivo”, resume.

A más sostenibilidad… más rentabilidad a largo plazo

Gómez-Bezares prefiere hablar siempre de sostenibilidad, en tres niveles: en lo financiero, en lo social y en lo medioambiental y tiene muy claro que las empresas que cumplan esos tres criterios son más rentables.

“La mayoría de las investigaciones dice que las empresas sostenibles son más rentables que la media”, explica el catedrático. “Son empresas más rentables y que presentan menos riesgo. Una rentabilidad que siempre es a largo plazo”.

Y eso cree que ha sucedido durante la pandemia en la aún nos encontramos. “Durante la crisis del Covid, parece razonable que las empresas más sostenibles hayan soportado mejor. Aún es pronto, tenemos que esperar al menos un año a ver qué sucede”, matiza.

«La mayoría de investigaciones dice que las empresas sostenibles son más rentables a largo plazo»

Uno de los motivos de esta capacidad de resistencia es que ser fuerte en criterios ESG conlleva una mejor y más afianzada relación con clientes o proveedores.

Es imposible que una empresa sea sostenible si no cuida a sus trabajadores, clientes y proveedores”, argumenta. “Si cuidas a tus clientes, a tus empleados o a tus proveedores, cuando llega el momento de pedir un esfuerzo extraordinario será mucho más fácil y lo conseguirás mejor”.

Y una de las dudas que se suelen plantear a la hora de hablar responsabilidad y buen gobierno dentro de las empresas es cómo arman las compañías sus estructuras salariales.

“Hoy por hoy, una empresa no puede ponerse la etiqueta de sostenible sin tener en cuenta el tema salarial. El abanico salarial no se puntúa casi nada y debería valorarse positivamente que tengas un abanico salarial estrecho”, apunta Gómez-Bezares.

«Una empresa no puede ponerse la etiqueta de sostenible, sin tener en cuenta el tema salarial»

“En el Ibex, en años pasados, llegamos a ver diferencias diferencias de 1 a 1.000”, indica el catedrático de Deusto Business School, aunque no existen estudios más recientes sobre las diferencias salariales en los últimos ejercicios.

Uno de los ‘gurús’ de la ‘management’, el austriaco Peter Drucker “aconsejaba que el abanico máximo fuera una diferencia de 1 a 25. Es decir, que el sueldo más alto de una compañía fuera 25 veces superior al salario más bajo.

En España, en ocasiones ha ocurrido lo contrario. “Hicimos un estudio donde llegamos a la conclusión de que las empresas más sostenibles tenían más diferencial”, algo que, en teoría, carece de responsabilidad ESG.

Y ahí, Gómez-Bezares, incide de nuevo en la falta de transparencia por parte de algunas empresas. “Se debería publicar siempre el ratio de entre quién gana más y quién menos. Igual que los litigios; o decir si operas en paraísos fiscales”.

La conflictividad con los clientes merma la sostenibilidad

“No se puede ser sostenible si tienes muchos pleitos con clientes o con proveedores; como no se puede ser sostenible si no tienes responsabilidad fiscal, si estás en paraísos fiscales. Aunque sea legal, porque lo debes hacer por la sociedad, no porque la ley te lo exija”, requiere el profesor.

Donde hay más camino recorrido es en la E de la ESG. Es decir, las empresas avanzan más en la responsabilidad medioambiental. No porque sea, simplemente, más fácil, sino porque también hay enfoques particulares que hacen que pese más la balanza de la responsabilidad con el medio ambiente.

En Europa del Norte, sobre todo en los países nórdicos, la S de la ESG está más controlada y nosotros en S vamos por detrás”, señala el catedrático.

En esa S de la ESG entran las cuestiones relacionadas a la gestión de las compañías respecto a sus grupos de interés, ya sean clientes, proveedores, empleados o la propia sociedad (condiciones laborales, gestión de proveedores en países en desarrollo que no cumplan con las mínimas medidas de seguridad…).

Esa presión de los países del Norte por los temas medioambientales, además gana peso porque son medidas que se ven positivas por la sociedad “y más fáciles de vender”. “Hay temas con los que aún estamos empezando”, reconoce Gómez Bezares. En resumen, queda mucho camino por recorrer.

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