Por qué la doble materialidad es el único camino a seguir para los Informes de Sostenibilidad

Sin una normativa global que la contemple, la inversión responsable quedará expuesta a conflictos de interés y 'green washing'

Con tantos bancos, inversores, empresas y bancos centrales reforzando los enfoques de sus organizaciones en relación con la sostenibilidad, podría parecer que hay un acuerdo universal sobre la dirección necesaria para que la reglamentación financiera abarque la sostenibilidad.

Sin embargo, hay diferencias significativas en las opiniones que afectarán fundamentalmente si la inversión y las finanzas sostenibles pueden ayudar a cambiar el mundo para mejor, o si sólo es “greenwashing”.

La mayor parte de la atención de la comunidad inversora hacia la inversión responsable se ha centrado en la esfera de la gestión de los riesgos financieros, o en la forma en que los factores ambientales, sociales y de gobernanza empresarial (ESG) afectan a una empresa: «de afuera hacia dentro».

Sin embargo, este enfoque no garantiza que el capital afecte realmente a los niveles mundiales de, digamos, contaminación o desigualdad. Para hacer frente a esta deficiencia, se requiere un enfoque de inversión «de adentro hacia afuera» y, con él, un sólido enfoque mundial de la presentación de informes sobre la sostenibilidad, a cargo de un consejo independiente y responsable, que no esté en conflicto con su función.

Se requiere de un enfoque de inversión más sólido a nivel global para la presentación de informes de sostenibilidad

Por consiguiente, el 31 de diciembre de 2020 era una fecha importante, ya que marcaba el plazo para presentar observaciones sobre el documento de consulta relativo a la presentación de informes sobre la sostenibilidad, publicado por la Junta de Fideicomisarios de la Fundación de las Normas Internacionales de Información Financiera (IFRS).

Esta consulta es un hito importante para la sostenibilidad y, como es lógico, se recibieron 570 cartas dirigidas a la Junta de Fideicomisarios, entre ellas la nuestra.

El apoyo a la creación de un Consejo de Normas de Sostenibilidad (SSB) que eventualmente entregará una Norma de Sostenibilidad es abrumador. Es una gran noticia, sin embargo, hay gran variedad de opiniones sobre las cuestiones propuestas en la consulta y, por lo tanto, una gran variedad de resultados posibles.

Creemos que la doble materialidad es esencial para un estándar sostenible y no vale la pena el esfuerzo de lanzar una Junta de Estándares separada si el resultado final simplemente entrega un enfoque inicial sobre el «cambio climático» y la materialidad única. Si este fuera el caso, una alternativa práctica y efectiva es que las IFRS amplíen sus normas a la información no financiera.

Un punto de vista en común en aras de la sosteniblidad

Es interesante que algunas grandes empresas que cotizan en bolsa, como Shell International, Allianz, BASF, RWE, Daimler y Novartis, entre otras, abogan por un enfoque de doble materialidad.

Shell afirma que «un enfoque gradualista puede dar lugar más adelante a un cambio significativo, lo que puede causar confusión».

El Grupo Allianz destaca que centrarse en la materialidad única crearía una divergencia con el marco normativo de la Unión Europea definido por la Directiva sobre la presentación de informes no financieros (NFRD), lo que aumentaría las complejidades en lugar de reducirlas.

Shell, Allianz, BASF, RWE, Daimler y Novartis son algunas de las grandes empresas que comparten el mismo punto de vista

En DWS, nuestros puntos de vista están impulsados por nuestro papel fiduciario y los argumentos están impulsados por consideraciones prácticas y teóricas.

Hace 50 años, Milton Friedman argumentó que «la responsabilidad social de las empresas es aumentar sus beneficios». Sus opiniones tuvieron un impacto significativo en el mundo y no es una sorpresa que entre quienes proponen el enfoque de materialidad única se incluyan académicos influyentes, asociaciones e instituciones financieras, así como ONGs.

En su segunda carta al Consejo, Barker y Eccles (que también encabezan una carta de la Universidad de Oxford y firmada por un distinguido grupo de casi 100 académicos de 15 países), sostienen que la SSB debería «adoptar una materialidad financiera única, y no debería extenderse a una materialidad social doble».

Es probable que esta opinión sea compartida por varias ONGs sobre la pertinencia de la información no financiera, como la Value Reporting Foundation.

Consideramos que el argumento de que se puede distinguir entre los interesados y los accionistas y que esos grupos están separados y tienen intereses diferentes está mal concebido.

Las empresas no operan en el vacío y las partes interesadas examinan cada vez más sus propias inversiones y piden a sus fiduciarios que expresen sus preocupaciones.

Por lo tanto, actúan tanto como partes interesadas como accionistas, lo que desafía el argumento de que se pueden separar y que sus intereses son distintos.

También es errónea la idea de que lo que tiene valor para los interesados (como el precio justo del agua o la fiscalidad justa) no repercute en el valor para los accionistas.

Pero el factor más importante es que una norma sostenible centrada en la materialidad única no se da cuenta de que el objetivo de una norma de sostenibilidad es llevar las cuestiones de sostenibilidad al centro de la toma de decisiones estratégicas.

El «error» de plantear un solo un enfoque

Hoy en día, la dirección sólo es responsable del valor financiero que crea a través de la rentabilidad. Esto seguirá siendo así, pero los inversores tal vez deseen distinguir entre dos gestores que ofrecen el mismo rendimiento financiero pero que tienen repercusiones externas muy diferentes en la sostenibilidad (de dentro hacia afuera).

En el «Documento de consulta sobre la presentación de informes de sostenibilidad» de las NIIF de septiembre de 2020, el párrafo 46 dice lo siguiente:

«Las normas de las NIIF se basan en el concepto de materialidad financiera, lo que implica centrarse en la información que, de omitirse, podría influir en las decisiones de los inversores u otros usuarios de los estados financieros interesados en el rendimiento y la salud a largo plazo de la entidad informante».

Es evidente que con un solo enfoque de la materialidad fracasaría en mi actividad de toma de decisiones, ya que no tendría forma de comprender si se utiliza el trabajo infantil en la cadena de suministro, o si una institución financiera está financiando directa o indirectamente plantas de energía basadas en el carbón. Aun así, esa información es «material» para mi toma de decisiones.

Podemos pensar que la contabilidad es una ciencia exacta pero la materialidad es fundamentalmente una construcción social (Eccles y Krzus, 2014), construida sobre el concepto de relevancia y la realidad es que mucho ha cambiado desde que Friedman escribió su artículo de opinión en el New York Times en 1970.

Hoy en día, el enfoque está en el retorno financiero del capital, así como en la sostenibilidad de la actividad económica. Como inversor, mi enfoque está en el retorno financiero, así como en la forma en que se logra este retorno, y esto requiere una doble materialidad.

Ya es hora de que los gobiernos, las empresas, los consejos de contabilidad y los comités de auditoría aceleren su acción sobre la sostenibilidad.

La inversión responsable sin una norma mundial basada en la doble materialidad se verá empañada por los conflictos de intereses, el «greenwashing» y, en última instancia, hará fracasar el deseo de los inversores de poner capital a trabajar para hacer frente a los desafíos de la sostenibilidad de la humanidad.

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