La bomba de relojería de los 22 billones de dólares

Gestoras, aseguradoras y banca atesoran posiciones billonarias en activos expuestos a la descarbonización

El tiempo corre para los bancos, las aseguradoras y los gestores de activos que siguen apostando por los productores de petróleo, gas y carbón. No es solo un imperativo moral: el uso de los combustibles fósiles está destruyendo la atmósfera y con ella la vida en la Tierra. Es que su salud financiera exige ir dejando de lado esas empresas.  

Según el Servicio a Inversores de Moody’s, las instituciones financieras de los 20 principales países industriales y en desarrollo tienen 22 billones de dólares de exposición a sectores intensivos en carbono. Esto equivale a un 20 por ciento del total de sus préstamos e inversiones. Así que, a menos que estas empresas se pasen rápidamente a una financiación respetuosa con el clima, corren el riesgo de registrar pérdidas, afirma Moody’s. 

Los bancos, las aseguradoras y los gestores de activos deben ajustar sus «modelos de negocio hacia la concesión de préstamos y la inversión en proyectos nuevos y proyectos de infraestructuras verdes, al tiempo que apoyan a los sectores más intensivos en carbono que están pasándose a modelos de negocio de bajas emisiones de carbono», escribió la empresa de calificación crediticia, en un informe reciente. Así es como lo desglosa Moody’s:  

Exposición a sectores intensivos en carbono 

  • Bancos: 13,8 billones de dólares (el 19 por ciento de los préstamos del balance) 
  • Aseguradoras: 1,8 billones de dólares (el 13 por ciento del efectivo y los activos invertidos) 
  • Gestores de activos: 6,6 billones de dólares (el 28 por ciento de las acciones en cartera) 

A la advertencia de Moody’s le ha seguido esta semana la del Banco Central Europeo, que ha afirmado que la mayoría de los bancos aún no han presentado planes concretos para cambiar sus estrategias de negocio para tener en cuenta la crisis climática. 

La advertencia del BCE

Mientras que aproximadamente la mitad de las 112 instituciones supervisadas por el BCE están «contemplando establecer objetivos de exclusión para algunos segmentos del mercado, solo unas pocas mencionan la planificación activa de dirigir sus carteras hacia una trayectoria compatible con París», afirma Frank Elderson, miembro del Comité Ejecutivo, en una entrada del blog del pasado 22 noviembre. 

Si se ven en conjunto, las declaraciones subrayan la urgencia empresarial de que el sector de los servicios financieros ponga fin a su papel de facilitador de las peligrosas emisiones de carbono. 

En este ámbito, las cosas han ido a peor en lugar de mejorar. Los bancos, por ejemplo, han gestionado casi 4 billones de dólares en bonos y préstamos para los sectores del petróleo, el gas y el carbón desde el Acuerdo climático de París de 2015, en comparación con solo 1,6 billones de dólares en bonos y préstamos con etiqueta verde, según datos recopilados por Bloomberg. 

A principios de este mes se anunció que más de 450 empresas forman ya parte de la Alianza Financiera de Glasgow para cero emisiones netas. Las entidades firmantes se han comprometido a no emitir emisiones netas de CO2 para mediados de siglo en sus carteras de préstamos e inversiones de inversión. 

Tomarse en serio el calentamiento global se está convirtiendo en una prueba de fuego para el sector financiero, y aquellos que no cumplan los tiempos corren un riesgo cada vez mayor de ser avergonzados públicamente. Pero ya hemos oído muchas veces esas promesas por parte de países, empresas e instituciones financieras, sin llegar a cumplirse. 

El impacto crediticio de «una transición de carbono con retraso y desordenada es el mayor riesgo para las empresas financieras, ya que la creciente frecuencia de acontecimientos climáticos catastróficos provocará impagos de los préstamos y el aumento de las reclamaciones a las compañías de seguros, escribió Moody’s en un informe publicado el mes pasado, añadiendo que el escrutinio de los objetivos climáticos provisionales del sector se intensificará en la segunda mitad de esta década.  

«Los bancos que apuesten por un cambio rápido pero predecible hacia unas finanzas respetuosas con el clima preservarán mejor su calidad crediticia», afirma Alka Anbarasu, vicepresidenta senior de calidad crediticia de Moody’s.

Para los bancos, tener una calificación crediticia alta es primordial porque dependen de unos costes de financiación bajos para conceder préstamos a tipos de interés más elevados y poder beneficiarse así del diferencial de interés neto. Además, casi nadie va a querer tener su dinero depositado en una institución financiera de riesgo. 

Un billón en inversiones al año

La Comisión de Transición Energética estima que se necesitará más de 1 billón de dólares de inversión financiera al año para lograr alcanzar las emisiones netas cero a mediados de siglo, y los préstamos bancarios junto con los mercados de capital verde, son clave para alcanzar este objetivo.  

Por otra parte, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos ha afirmado que harán falta 6,9 billones de dólares al año hasta 2030 para poder cumplir con el clima y otros objetivos del acuerdo de París, y que los países en desarrollo necesitarán dos tercios de estos fondos. Estados Unidos ha afirmado que invertirá 2,3 billones de dólares esta década en infraestructuras resistentes al clima y China espera destinar 3,4 billones de dólares para reducir las emisiones de carbono en el mismo periodo. 

Los bancos de Turquía, Rusia, Indonesia, India y China están más expuestos al riesgo de transición al carbono, con tres sectores: fabricantes, empresas de transporte y productores de energía y otros servicios públicos, que representan más del 75% de la exposición potencial a préstamos dudosos, según Moody’s. 

Los bancos de Australia, Reino Unido, Estados Unidos, Francia y Alemania son los menos expuestos. Finanzas sostenibles en pocas palabras. 

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