Inversión de impacto: conciliando medioambiente y finanzas

Al ignorar el medioambiente, los gestores elevan el nivel de riesgo de una cartera de inversión y pierden oportunidades de generar mayores rendimientos

Mi perro y yo tenemos una rutina. Él come todas las galletas que hay en su plato y luego mira fijamente el tazón vacío, esperando a que lo llene obedientemente una y otra vez.

Su inquebrantable confianza en que las galletas seguirán llegando, siempre me recuerda la fe ciega que tiene el mundo empresarial y financiero en que la naturaleza apoyará nuestras actividades de manera consistente y confiable. Todos hemos formado parte durante mucho tiempo de una economía lineal basada en el clásico “usar y tirar”.

Estamos condicionados a percibir la naturaleza como algo ajeno que, en el mejor de los casos, es hermoso para pasar el tiempo y, en el peor, un recurso gratuito.

En el caso de la industria de gestión de activos, se ha tenido un enfoque particularmente limitado, rechazando atribuir valor a cualquier cosa que no esté asociada a un precio, particularmente si es invisible, como suele ser el caso de nuestros recursos naturales.

Sin embargo, esto está comenzando a cambiar. Hay una conciencia de que los recursos no son infinitos y que el cambio climático conducirá a una mayor volatilidad en los ecosistemas y los servicios que brindan. Como industria, estamos comenzando a calcular la verdadera contribución de la naturaleza a nuestra economía.

Citando a Tony Juniper, presidente de Natural England y miembro de la Junta Asesora de Impacto de UBP, la economía es una subsidiaria de propiedad total de la naturaleza y no al revés. Las cifras son contundentes.

Según el Foro Económico Mundial, más de la mitad del PIB mundial depende de la naturaleza

Según el Foro Económico Mundial, más de la mitad del PIB mundial depende de la naturaleza y sus servicios, tales como el suministro de alimentos, fibras y combustible. En palabras recientes de Tanja Franotović, responsable de comunicación de la Dirección General de Medio Ambiente de la Comisión Europea, tres de cada cuatro bocados de nuestra comida dependen de la polinización animal.

El efecto sobre el precio de los activos

El ejercicio de poner en valor la naturaleza será verdaderamente transformador para las valoraciones y perspectivas de nuestras inversiones y la calidad de nuestra jubilación futura. Habrá muchos ganadores.

Las empresas que están contribuyendo a una economía respetuosa con la naturaleza disfrutarán de importantes vientos de cola de crecimiento, como la regulación y la demanda de los consumidores, así como el apoyo de la valoración.

Se trata de empresas que están resolviendo problemas como, por ejemplo, la agricultura de precisión que permite un uso mucho menos intensivo de productos químicos, soluciones de base biológica y empresas que utilizan residuos como insumo.

Estas empresas pueden ayudar a cerrar el ciclo de nuestra economía, haciéndola más circular y menos extractiva. Luego están las grandes multinacionales de los sectores de la alimentación, la confección y la fabricación, que tienen cadenas de suministro vastas y complejas.

Si estas empresas trabajan con sus cadenas de suministro, y si tienen un pensamiento a largo plazo y un compromiso genuino con las comunidades y los hábitats locales, se convertirán también en compañías ganadoras.

También habrá perdedores y por eso la forma de invertir y las empresas que se apoyan son importantes

Pero también habrá perdedores y es por eso que nuestra forma de invertir, las empresas que apoyamos y los fondos de inversión que gestionamos son tan importantes.

En los próximos años, algunos sectores se enfrentarán a riesgos inmanejables de diversa índole. Riesgos físicos como la reducción continua de la calidad del suelo que causa inundaciones o erosión y hace que los cultivos sean menos exitosos, y riesgos pasivos, ya que las comunidades que sufren catástrofes medioambientales exigen cada vez más una compensación al mundo empresarial (pensemos en los derrames de petróleo).

Y luego está el riesgo de transición, según el cual las empresas de la vieja economía luchan por hacer frente al coste que supone modificar sus procesos para ser más amables con la naturaleza.

¿Cómo gestionamos esto como inversores? Puede parecer simple, pero lo que es positivo para la naturaleza casi siempre es positivo para nosotros, y esto se aplica cada vez más a nuestras inversiones. Los gestores de fondos tienen un deber fiduciario que no puede entenderse en términos únicamente monetarios.

Al ignorar el medioambiente, los gestores elevan el nivel de riesgo de una cartera de inversión y pierden oportunidades de generar mayores rendimientos que si ven a los inversores como parte de la naturaleza y no al margen de ella.

En definitiva, la fe ciega de mi perro, con toda probabilidad, seguirá teniendo recompensada, pero podría no decirse lo mismo en el caso de nuestras inversiones.

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