ESG y Democracia. Se aviva el debate sobre la exclusión de China

La guerra en Ucrania ha puesto en tela de juicio los criterios ESG cuando se aplican a mercados emergentes. Algunas gestoras están dando el paso de excluir inversiones en activos chinos

La invasión rusa de Ucrania dio alas al debate sobre si era necesario revisar los activos en los que invierten los fondos o los ETF ESG; especialmente en aquellos países con sistemas democráticos que no son perfectos.

Numerosos productos se vieron afectados por la exposición al mercado ruso, que formaba parte de numerosos indicadores ESG especializados en emergentes. Y tras casi dos meses de guerra algunas gestoras comienzan a poner vetos a activos emergentes en otros países sin una democracia perfecta, como es China.

Un debate que ya se planteó en el X Foro de Banca Privada de Inversión el pasado 10 de marzo. Puede consultarlo en este vídeo.

Las grandes gestoras y el mercado actual en el Foro Banca Privada

El gigante asiático es el emergente con más peso en los índices ESG especializados, pero alguna firmas de inversión comienzan a plantearse su inversión en el país, ya que no llegaría a los estándares mínimos necesarios.

De acuerdo con Bloomberg, una de las últimas ha sido Van Lanschot Kempen, una firma holandesa con 118.000 millones de dólares bajo gestión. La gestora ha creado una lista negra de activos chinos, tras poner en marcha una nueva herramienta de análisis que incluye riesgos medioambientales, sociales y de gobernanza.

Esta herramienta considera riesgos como la puntuación de corrupción nacional y va a comenzar a excluir bonos y entidades participadas por el estado en donde no se pasen estos mínimos. La gestora, sin embargo, no ha querido precisar el volumen de activos que desinvertirá.

Con Rusia este problema se ha puesto de manifiesto, ya que numerosas empresas controladas por el estado contaban con ratings ESG suficientemente altos como para estar incluidas en índices y fondos ESG.

¿Un replanteamiento?

El paso dado por la gestora holandesa podría ser seguida por otras. De hecho, ya antes de la guerra en Ucrania, algunos inversores institucionales descartaban la deuda rusa en sus inversiones ESG porque entendían que el gobierno ruso no cumplía con los requisitos necesarios para convertirse en una inversión responsable.

Pero el debate, en una industria que mueve ya 40 billones de dólares, es relevante, porque significa reconfigurar en qué activos y en qué emisores centrar el universo invertible ESG; por ejemplo, limitándolo a las democracias. En ese caso, grandes mercados, como el chino, podrían quedarse fuera.

El otro lado del debate -que trasciende más allá de la deuda- es si es posible descorrelacionar completamente el perfil ESG de las empresas de su pasaporte.

En el caso de Rusia, la bajada de rating ESG se ha producido tanto de empresas con participación pública, como privadas. No se ha producido una discriminación teniendo en cuenta su estructura de gobernanza, o que estuvieran controladas por oligarcas cercanos al Kremlin; es decir, se han aplicado las sanciones, provocando la salida de todas las empresas rusas de los índices sostenibles.

Aunque la invasión de Ucrania sea un caso muy paradigmático, el debate sobre si existe el riesgo de que otro país no democrático pudiera dar un paso similar, está abierta. E, independientemente del perfil de gobernanza individual de cada compañía, existe el riesgo de que en un determinado momento pueda ser sancionada.

«Estamos intentando identificar y evitar a los países controvertidos», explica Van Lanschot Kempen en declaraciones a Bloomberg Green. «Países donde las acciones controvertidas pueden suceder con mayor probabilidad por el contexto o la forma en la que gobiernan a los ciudadanos. La guerra de Rusia y Ucrania es un ejemplo extremo de ello», reflexionan.

Aunque la invasión ha precipitado el movimiento, la gestora ya habría comenzado a trabajar en la modelización previamente, tras observar con «frustración» cómo estaba evolucionando en algunos aspecto la industria de la ESG.

«Ahí tienes la creación del índice de deuda soberana china, que está formada por emisiones con etiqueta verde», explican desde la gestora. «También está el ejemplo de un índice de deuda emergente, que puede que contenga su exposición a China, pero que por el contrario incluye a Arabia Saudí«, añade.

Pero China no es la única democracia débil que detecta la firma. También estaría India. «Se sitúa muy cerca de la línea y es una de las que está más en riesgo de caer por debajo en la próxima revisión de las notas», apunta.

No obstante, no es un problema único de mercados emergentes. Incluso Estados Unidos mostraría algunas banderas rojas, tanto en los indicadores de libertad dentro de una democracia, como en los medioambientales.

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