El papel crítico de las aseguradoras en la ruta net zero

El sector asegurador juega un papel clave en la transición energética tanto por a quién y cómo conceden pólizas, como por su papel de inversores. Y tienen retos en sostenibilidad

En un momento de gran incertidumbre, social y económica, el sector asegurador toma mayor protagonismo para lograr la transición hacia una economía más verde e inclusiva.

Los desastres climáticos de 2021, como las inundaciones en Australia, Europa, Canadá y Sudán del Sur, huracanes en Estados Unidos, China o India, incendios y olas de calor en Estados Unidos, sequías en África y Latinoamérica… han supuesto una prueba de fuego para el sector a nivel mundial.

Según estimaciones de Swiss Re Group cerca de 270 mil millones de dólares en pérdidas fueron atribuibles a catástrofes naturales. De esta suma, menos de la mitad, 111.000 millones millones, estaba asegurada y representó el cuarto pago más alto desde que Swiss Re Institute, el brazo de investigación de la aseguradora, comenzó a llevar registros en 1970. ¿Se trata de un hecho excepcional o es la nueva normalidad?

Desafortunadamente parece que es un hecho que se consolida, incrementándose en frecuencia y severidad. La Organización Meteorológica Mundial informa cómo las inundaciones, las olas de calor y los incendios forestales se han multiplicado por cinco en los últimos 50 años, comportando costes ambientales incalculables, además de la pérdida de más de 2 millones de vidas, y alcanzado un impacto económico de más de 3,64 billones de dólares.

Con estos datos, y teniendo presente la tendencia, las aseguradoras reformulan los modelos de fijación de precios para adecuarlos a estos eventos.

Las reiteradas y crecientes catástrofes naturales incrementan de forma notable los riesgos sobre los bienes protegidos, incrementando también el coste de las coberturas y la prima de las pólizas.

Según KPMG esta situación puede provocar un fallo del modelo, en medio de las restricciones regulatorias, por el aumento de las primas y de las dudas de que personas y organizaciones puedan pagar un seguro en áreas cada vez más propensas a los desastres donde la prima ha aumentado exponencialmente, como ya ocurre en Estados Unidos.

Alrededor de 34.000 clientes en áreas propensas a incendios habrían sido calificados como no asegurables

De acuerdo con Capgemini, en los últimos cuatro años, aproximadamente 340.000 clientes en áreas propensas a incendios de los Estados Unidos han sido definidos como «no asegurables» por la mayoría de las grandes aseguradoras.

Se trata de una decisión tomada en base a la ecuación simple de riesgo-beneficio, pero ¿se tiene en cuenta el impacto en los clientes y en la sociedad derivado de las actuaciones de la aseguradora? No hay que olvidar que la protección del seguro es un requisito previo para muchas actividades de empresas, participantes del mercado financiero y hogares.

Actuaciones de este tipo ponen en duda la credibilidad del propósito general de las aseguradoras: asumir riesgos para cubrir las necesidades de personas y organizaciones cuando se las necesita, contribuyendo así al progreso social y económico.

Las compañías deberían identificar, gestionar y comunicar los impactos negativos derivados de sus decisiones, no eludirlos o poner barreras.

¿Cómo pueden las aseguradoras reformular su papel e impacto, tanto como gestores de riesgos como inversores institucionales, en un momento de transición como el que nos encontramos?

Sin duda, están en una posición única para, además de actuar tradicionalmente como “proveedor de prevención” de riesgos, convertirse en un prescriptor de la gestión integral de factores ESG. Es decir, además de proteger, pueden impulsar la transición a una economía más sostenible.

Por su influencia, prestigio, capital financiero, experiencia y los datos que manejan, pueden trabajar con las organizaciones aseguradas e invertidas para mejorar su resiliencia ante eventos climáticos y sociales, mejorando también la eficiencia y rentabilidad de la propia aseguradora.

La sostenibilidad sigue siendo un reto

Sin embargo, para poder jugar este papel necesitan contar con una adecuada y actualizada estimación de los riesgos ESG; analizar y monitorizar los potenciales impactos sociales y ambientales en las compañías y, a la inversa, de las compañías en el medio ambiente y en la sociedad; diseñar medidas de mitigación o compensación y, por último, facilitar una comunicación puntual, bidireccional, accesible y clara.

Desafortunadamente, la mayoría de las compañías aseguradoras todavía muestran una deficiente gestión interna en el ámbito de la sostenibilidad: 50 de las 66 aseguradoras del MSCI World están excluidas del MSCI World SRI por sus bajas calificaciones.

El 92% de las asegurados americanas alude a la reputación corporativa como la catalizadora de la inclusión de factores ESG

Aunque hay diferencias entre regiones, es significativo que para el 92 por ciento de las aseguradoras americanas entrevistadas por Conning, la reputación corporativa fuese el principal motivo para incorporar los factores ESG en sus decisiones de inversión y que el 79 por ciento lo hubiesen incorporado recientemente, hace menos de dos años.

Hay mucho desequilibrio en la gestión de los factores ESG, siendo el aspecto más trabajado el ambiental. La intensa regulación, los riesgos de litigios y la presión social impulsan el foco en este ámbito, aunque todavía está en un estado muy incipiente:

  • Las principales aseguradoras y reaseguradoras anunciaron en la COP26 la formación de Net-Zero Insurance Alliance, comprometiéndose a que sus carteras alcancen la neutralidad de emisiones de gases de efecto invernadero para 2050. Esto puede crear un efecto dominó en todos los sectores, especialmente si se cuenta con objetivos basados en la ciencia. Sin duda, el reto está en pasar del compromiso a la acción, midiendo y comunicando el impacto y avance de esta estrategia.
  • Un número creciente de aseguradoras restringirá la cobertura para las compañías que construyen u operan minas y plantas de carbón. Es un primer movimiento que se centra en la exclusión, pero no se trata el problema ni las consecuencias derivadas de la restricción. Se debería completar con actuaciones dirigidas a lograr la transición de actividad de los asegurados.
  • Aparecen nuevos productos en forma de planes de seguro con descuento para clientes que están adoptando prácticas sostenibles para reducir el consumo de energía y de recursos. Así nos encontramos con descuentos por conducir de forma más responsable, por asegurar coches híbridos o por asegurar edificios eficientes o que generan energía renovable, entre otros.

Sin embargo, no hay que desatender los aspectos de la S. Los problemas sociales también han cobrado más relevancia a partir de los movimientos #MeToo y Black Lives Matters, que mueven el foco a aspectos de diversidad, equidad e inclusión. Adicionalmente la ciberseguridad y las constantes disrupciones en las cadenas de suministro reclaman un mayor protagonismo de los aspectos sociales.

Es cierto que el contexto actual está plagado de grandes retos que conllevan riesgos desde la perspectiva ESG: brotes pandémicos, inflación, conflictos geopolíticos, transición energética, manifestaciones sociales, nuevas tecnologías…, pero, a la vez, todos estos retos refuerzan la necesidad de contar con un seguro.

Así, el sector se convierte en una palanca clave para lograr la recuperación y transformación de la economía, de la industria y de la sociedad. En función de cómo se incorpore la gestión de los factores ESG, tanto en seguros como en inversiones, esa transformación será más sostenible y por tanto más resiliente.

En palabras de Pilar González de Frutos, presidenta de Unespa, «un sólido sector asegurador, garantiza la mitigación de cualquier impacto económico y coloca a la economía en mejor situación a la hora de enfrentarse a los retos”,

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