¿Cómo ha evolucionado la deuda sostenible?

La crisis del COVID-19 ha impulsado la gama de producto. Los bonos sociales y los sostenibles son las emisiones más representativas por detrás de los verdes

Bonos verdes, sociales y sostenibles

Durante los últimos años, el volumen de deuda sostenible ha aumentado de forma imparable, siendo el punto de inflexión la cumbre del Clima en París COP21 (diciembre 2015).

Desde entonces, esta tipología de activo no ha parado de crecer y el año pasado llegó a los 732.100 millones de dólares a nivel mundial según Bloomberg.

En sus inicios la mayoría de estas emisiones estaban constituidas únicamente por emisiones verdes, de hecho hasta 2018 representaban más de la mitad, sin embargo actualmente hay distintas tipología de bonos.

En 2020, a raíz de la crisis sanitaria provocada por la propagación del COVID-19, los bonos sociales ganaron relevancia relativa dentro del universo de emisiones de renta fija sostenible aumentando más del 700% (casi 130.000 millones de dólares más) respecto 2019 pasando de ser poco habituales a ser la segunda clase más representativa por detrás de las emisiones verdes.

Emisión de deuda global sostenible

Este auge viene explicado por la necesidad de paliar los impactos negativos económicos y sociales provocados por la irrupción y propagación del coronavirus a nivel mundial. Ante esta situación excepcional numerosas compañías priorizaron la emisión de bonos sociales. ¿Pero qué son los bonos sociales?

A diferencia de los bonos verdes, los cuales destinan los recursos obtenidos a la financiación o refinanciación de proyectos ecológicos ya sean enfocados a energías renovables, eficiencia energética, edificios verdes, transporte limpio, implementación de soluciones de tratamiento de aguas residuales o mejorar la gestión, reducción y reutilización de residuos, los bonos sociales buscan financiar proyectos con el objetivo de mitigar un problema social determinado como por ejemplo acceso a una vivienda asequible o a suministros básicos, generación de empleo o empoderamiento socioeconómico.

La pandemia del COVID-19 provocó que los bonos sociales y los bonos de sostenibilidad ganasen relevancia

Otra tipología de deuda que está ganando relevancia los últimos años son los bonos de sostenibilidad destinados a financiar proyectos que son tanto ambientales como sociales, los cuales experimentaron un aumento de más del 150% y 80% en 2019 y 2020 respectivamente.

Ejemplo de ello puede ser una compañía de telecomunicaciones que emite un bono para la transformación de su red de cobre a fibra óptica impactando de esta forma al medio ambiente reduciendo CO2 pero a la misma vez, por el lado social, mejorando significativamente el acceso a las comunicaciones.

Aunque sean la clase más pequeña dentro del universo (representan menos de un 1,5% de la totalidad) los bonos vinculados a la sostenibilidad crecieron más de un 110% el último año.

Estas emisiones vinculan el pago del cupón a la consecución o mejora de ciertas métricas ambientales, sociales y/o de gobierno corporativo o a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, una iniciativa impulsada por Naciones Unidas con el objetivo de atenuar los grandes retos globales, desde la lucha contra la pobreza o el cambio climático hasta la educación, la salud, la igualdad de género, la paz o las ciudades sostenibles.

La compañía de energía italiana Enel fue la pionera en lanzar un bono de estas características el último trimestre de 2019, cuya rentabilidad está ligada a los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Finalmente, también hay empresas que eligen financiarse a través de préstamos vinculados a la sostenibilidad o préstamos verdes los cuales el tipo de interés o coste se fija en función de la consecución de indicadores de sostenibilidad en el primer de los casos mientras que los préstamos verdes se focalizan en proyectos con un claro impacto positivo medioambiental como por ejemplo la reducción de la huella de carbono.

Esta tipología de deuda sostenible han sido las únicas que han decrecido respecto 2019 sin embargo en años anteriores su crecimiento ha sido excepcional destacando los préstamos vinculados a la sostenibilidad los cuales crecieron casi un 900% y 200% en 2018 y 2019 respectivamente.

¿Cuáles son los pasos para emitir un bono sostenible?

Los criterios a seguir para la emisión de deuda sostenible más reconocidos entre la comunidad inversora son los de Asociación Internacional de Mercados de Capital (ICMA por sus siglas en inglés), una alianza de más de 500 instituciones de emisores e inversores en 60 países que promueve el buen funcionamiento de los mercados de deuda sostenible.

En 2014, la ICMA publicó los Principios de los bonos verdes como pautas de proceso voluntario para la emisión de Bonos Verdes.

A esta se la añadió una guía de bonos sociales en 2017 para regular por primera vez la emisión de bonos destinados a proyectos de impacto social.

Finalmente también se ha creado recientemente una guía para aquellas emisiones destinadas a financiar proyectos que son tanto ambientales como sociales, denominada bonos de sostenibilidad y bonos ligados a la sostenibilidad.

Proliferan la creación de guías de este tipo de emisiones para promover su integridad en el marcado, transparencia y buenas prácticas

Todo ello con el objetivo de promover la integridad del mercado y de proporcionar transparencia, buenas prácticas y normas de gobernanza para los emisores de deuda sostenible y satisfacer las expectativas de los inversores.

En esta misma línea el Parlamento Europeo aprobó el pasado julio la taxonomía europea para los activos verdes con el objetivo de mitigar el cambio climático dentro del Plan de Acción de la Comisión Europea para las Finanzas Sostenible. Sin embargo, queda pendiente elaborar una clasificación similar para aspectos sociales y de gobernanza.

Finalmente, para el correcto funcionamiento de este mercado es necesario que un tercero verifique y revise que las instituciones emisoras cumplen con los criterios acordados y destinen los fondos obtenidos a través de la emisión sostenible a proyectos verdes o sociales evitando así prácticas no deseadas como el Greenwashing, una forma de transmitir una impresión falsa o proporcionar a los inversores información engañosa sobre las prácticas de la compañía en materia de sostenibilidad.

Ahora en portada