Con la colaboración de:

Londres y Bruselas visten sus estrategias para liderar el desarrollo del hidrógeno

Reino Unido ha desvelado ambiciosos objetivos energéticos de cara a 2050 con este combustible renovable, mientras que Bruselas opta por una estrategia progresiva, por etapas

Reino Unido. Unión Europea. Imagen de Unsplash

Se trata de una tecnología limpia donde aún quedan muchos pasos por dar hasta su pleno desarrollo pero tanto Bruselas como Londres quieren convertirse en las capitales sobre las que gire el futuro del hidrógeno verde

El acelerón en esta carrera llega desde la capital británica, donde el Ejecutivo de Boris Johnson acaba de desvelar su hoja de ruta respecto a este combustible considerado cero emisiones. 

Avanzar en la ‘miniturización’ de los electrolizadores

Se trata de un combustible limpio en base a su modelo de producción que, de momento, no ha llegado al punto de maduración industrial como para considerarse de gran escala. Y de ahí las elevadas inversiones que requiere.

Este proceso se lleva a cabo a través de electrolizadores. Son estos los que separan el oxígeno y el hidrógeno presentes en el agua mediante la intervención de una corriente eléctrica.

Y es esta la que puede ser (o no) de origen renovable. A día de hoy, este proceso requiere electrolizadores de gran tamaño, lo que impide el desarrollo inminente y masivo de este combustible. 

Además, al margen de este hidrógeno ‘verde’, existen otras dos modalidades no tan limpias. 

Por un lado, el hidrógeno ‘gris’, que se obtiene a partir de gas natural o hidrocarburos ligeros y que, por tanto, conlleva emisiones de gases con efecto invernadero.

Por otro, el el ‘azul’, que se produce de forma similar al ‘gris’, sin renovables de por medio, pero que reduce la huella de carbono a través de técnicas de captura y almacenamiento. Estas permiten rebajar las emisiones de CO2 en hasta un 95 por ciento y, por ello, la industria busca conseguir que este hidrógeno azul, de algún modo, sea considerado menos contaminante.

Ambición británica

El plan del Gobierno británico para desarrollar el hidrógeno forma parte de la estrategia de Johnson de llevar a cabo lo que ha denominado “revolución industrial verde” y que vivirá su momento cumbre este otoño, en noviembre, con la celebración de la Cumbre Mundial del Clima, la COP26, en Glasgow.

Y, en el terreno del hidrógeno verde sus planes son ambiciosos dado que, sobre todo, aspira a que este sea un pilar esencial en la transformación hacia las renovables.

Considera que este combustible a desarrollar sea capaz de alimentar de energía a 3 millones de hogares, cada año, a partir de 2030; además de emplearse para el transporte y la industria, principalmente la pesada. 

Y las cifras que maneja el Ejecutivo conservador, en cuanto a la generación de empleo e inversión prevista, son igual de aspiracionales.

De cara a 2030, el hidrógeno verde podría representar un peso en la economía británica de cerca de 900 millones de libras, que ascenderían a 13.000 en 2050. Es decir, entre 1.060 y 15.000 millones de euros al cambio actual.

Respecto a puestos de trabajo, el Gobierno británico prevé que genere cerca de 9.000 empleos al final de esta década y 100.000 a mediados del presente siglo. 

Una previsión que no sólo serían empleos de nueva creación, sino derivados de la propia transformación que se exige a la industria.

En resumen, la estimación es que, en 2050, entre el 20 y el 35 por ciento de toda la energía que se consuma en Reino Unido esté basada en el hidrógeno verde. Este será esencial para que el país logre reducir en un 78 por ciento sus emisiones contaminantes de aquí a 15 años.

“El hidrógeno bajo en carbono es un pilar clave para capitalizar las fuentes de energía más limpias a medida que nos alejamos de los combustibles fósiles”, concluye el Ministerio de Energía del Reino Unido al explicar sus planes. 

Pragmatismo comunitario

En cambio, Bruselas no ha optado por una hoja de ruta inicial con ambiciones a largo plazo, sino por una estrategia de metas intermedias y, en este caso, por ir de la mano de las empresas. 

El primer año clave en el calendario es 2024. Para entonces, entiende, ya habrá proyectos en marcha en gran medida gracias a la inyección de fondos que van a suponer en muchos países del club europeo -España incluida- los fondos NextGenerationEU.

En tres años, la UE quiere que ya estén instalados más de 6 GW de electrolizadores de hidrógeno renovable que produzcan hasta un millón de toneladas de hidrógeno verde. Y este, de entrada, no iría a los hogares, sino a la industria pesada

El siguiente paso, en 2030, cuando se alcancen los 40 GW instalados y una capacidad de producción de 10 millones de toneladas, que serviría para más usos, como el transporte por carretera, el marítimo y, ya sí, entraría en el sector eléctrico, pero de forma puntual. 

Y la tercera parada, en 2050, cuando ya prevé que su uso sea generalizado y alcance una implementación generalizada en industria o comercio.

La factura, aún por definir, aunque la inversión en el conjunto de la Unión Europea puede llegar a alcanzar los 470.000 millones de euros, que se financiarán tanto con fondos públicos como privados.

De hecho la colaboración en el caso de Bruselas es continua a través de la European Clean Hydrogen Alliance, de la que forman parte tanto la Administración comunitaria como los consejeros delegados de las principales compañías energéticas.

Ahora en portada