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Lagarde reivindica el euro como la divisa líder en sostenibilidad

La banquera central, menos de una semana después de la investidura de Joe Biden, destaca el liderazgo de Europa en esta materia y refuerza su estructura para que la lucha contra el cambio climático sea un 'mandato' para el BCE

Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE)

Apenas cinco días ha tardado el Banco Central Europeo (BCE) en moverse después de que la investidura de Joe Biden como presidente de los Estados Unidos haya provocado que el país volviera a abrazar el Acuerdo de París.

Con la primera potencia del mundo fuera de los compromisos en reducción de emisiones pactados en 2015, el liderazgo del continente europeo en sostenibilidad y en implantación de ESG era muy evidente; pero la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca ha generado la expectativa de que tanto en un campo, como en el otro, EEUU dé un cambio significativo.

Christine Lagarde, presidenta del BCE, sin embargo, parece dispuesta a pelear para que Europa mantenga el liderazgo, y a la espera de ver cómo se mueve la Reserva Federal, el BCE va dando pasos adelante, reforzando su estructura del banco central, para tratar de no perder la ventaja del euro sobre el dólar en el mercado ‘verde’.

Este lunes, durante su intervención en la conferencia The Institute for Law and Finance (ILF) sobre ‘Green Banking and Green Central Banking‘, Christine Lagarde anunció la creación de un centro sobre el cambio climático dentro del BCE -que además supervisará de forma directa-.

Este nuevo organismo tratará de aunar todos los trabajos sobre cuestiones climáticas que está llevando a cabo el banco central, pero su puesta en marcha también es una carta de intenciones.

«Esta decisión refleja la creciente importancia del cambio climático para la economía y la política del BCE, así como la necesidad de dar un enfoque más estructurado a la planificación y coordinación estratégicas», insistió el BCE en un comunicado.

En su sitio en Internet, de hecho, iba un poco más allá y añadía la idea de que la lucha contra el cambio climático ya formaba parte del «mandato» del BCE.

Hasta ahora -y aunque en muchas ocasiones da la impresión de que el BCE ha sobrepasado sus límites- el ‘único’ mandato estatuario del banco central es el mantenimiento de los precios.

Las predicciones de Lagarde

La presidenta del Banco Central Europeo no quiso desaprovechar la ocasión -en la jornada que inauguraba participaba gran parte de plana mayor de los bancos centrales europeos y varias entidades financieras, como Deutsche Bank o inversores, como BlackRock-, para avanzar cuáles eran las líneas maestras para lograr más avances y para mantener la ventaja de Europa sobre Estados Unidos en la lucha contra el cambio climático.

El primer objetivo ahora sería fijar el «coste» del carbono. Lagarde avanzó que lo más probable sea el Sistema de Comercio de Emisiones (ETS) de la UE el que se encargue de dar una respuesta.

La banquera central reconoció que el funcionamiento del ETS no ha sido lo útil que debería para predecir los precios del carbono, pero avanzó que la reforma que arranca este año lo mejorará.

El precio del carbono tendría que situarse entre los 40-60 euros

En este sentido, auguró que los derechos de carbono, a media que pasen los años, se irán encareciendo para que Europa cumpla con sus propios objetivos.

«El modelo de la OCDE y la Comisión Europea sugiere que actualmente se necesita un precio efectivo del carbono de entre 40 y 60 euros», avanzó durante su intervención.

El segundo aspecto clave es la información sobre sostenibilidad. Christine Lagarde lo considera crítico y fue especialmente dura con la industria de la inversión.

Para la presidenta del BCE, hoy los riesgos climáticos no están reflejados en los precios

«En la actualidad, la información sobre la sostenibilidad de los productos financieros, cuando está disponible, es inconsistente, en gran medida incomparable y, en ocasiones, poco fiable», enumeró la banquera durante su intervención. Esta situación, en su opinión, hace que los riesgos climáticos no estén correctamente reflejados en los precios.

Lagarde confía en que las novedades en materia de información no financiera cambien este contexto y confía en la reforma Directiva en la que está trabajando la Comisión; un cuerpo regulatorio en lo que Europa va bastante por delante de Estados Unidos. La Administración Trump había bloqueado estas iniciativas.

Para ella, el modelo creado por la Task Force on Climate-related Financial Disclosures (TCFD) se queda corto, aunque valora que es un buen primer paso hacia la estandarización, que cree que es clave para que este tipo de información funcione. Alaba, además, la normativa europea porque va «más allá» del espectro de empresas cotizadas.

Así, tras años de implementación, la información no financiera ya es obligatoria para compañías europeas a partir de 250 empleados, cuando hasta el momento solo tenían que difundirla las de más de 500 trabajadores.

La opinión de Lagarde está muy en línea con la del sector empresarial, que reclama a la institución que preside Ursula von der Leyen, que la reforma de la Directiva permita la comparabilidad de unas empresa con otras para que sea útil.

Un tema crítico para España es cómo aplicarlo a las pequeñas y medianas empresas, que reclaman que se ponga en marcha un modelo ‘reducido’.

Las políticas de sostenibilidad no solo pueden ser claves para financiarse en un futuro, sino también para acceder a concursos públicos, pero la pyme -y especialmente tras el coronavirus– tiene poco margen para invertir recursos en ‘notificar’ datos.

Esta fue una de las peticiones unánimes de los empresarios a la Comisión, durante la jornada que organizaron el EFRAG (European Financial Reporting Advisory Group) y el Consejo General de Economistas hace pocas semanas para reflexionar sobre los avances en materia de información no financiera.

Lagarde no profundizó en cómo lograr una estandarización eficiente para todo el tejido empresarial durante su intervención este lunes, sino que abogó por más transparencia; concretamente para que la información también desvele exactamente si la empresa está alienada, o no, con los objetivos del Acuerdo de París y con el compromiso de cero emisiones para 2050.

El BCE comprará más bonos verdes

El tercer gran pilar en el que se apoya el BCE es en la necesidad de financiar las tecnologías limpias y la transición hacia el cero carbono en 2050. Y aquí también parece que no quiere que Europa y el euro pierdan el liderazgo.

Lagarde confía en el papel de los inversores privados para estimular esas nuevas tecnologías y presumió de que Europa va a la vanguardia en lo que se refiere a la ESG. «Los activos gestionados por fondos de inversión con mandatos medioambientales, sociales y de gobernanza se han triplicado aproximadamente desde 2015, y algo más de la mitad de estos fondos están domiciliados en la zona del euro», señaló.

Sin embargo, el BCE también está siendo muy activo. Algunos de los retoques ‘técnicos’ que ha ido poniendo en marcha en los últimos meses están sirviendo de base para lanzar ciertas emisiones de deuda sostenible, como los bonos ligados a objetivos concretos.

Unos movimientos que no han pasado desapercibidos en el mercado y que están calentando las estimaciones. De acuerdo con las previsiones de Barclays, las colocaciones de este tipo alcanzarán al menos los 40.000 millones de dólares en 2021. Es un paso muy significativo, ya que en todo 2020 solo se ‘vendieron’ 8.000 millones.

Para demostrar que su compromiso es todavía más en firme, el BCE también aprovechó el lunes para dar otra noticia: incrementaría sus inversiones en bonos verdes, pero -no podía ser de otra forma-, denominadas en euros.

El organismo invertirá parte de sus recursos propios en el nuevo fondo del BIS que selecciona este tipo de emisiones, y que el organismo lanzó este mismo lunes, coincidiendo con la jornada financiera del ILF y la intervención de Lagarde. En 2019, puso en marcha otro vehículo similar, pero en dólares.

«Con esta inversión, el BCE contribuye, dentro de su mandato, a los esfuerzos globales para promover la consecución de objetivos medioambientales ―entre ellos, los objetivos climáticos de la Unión Europea (UE)― y a la lucha contra el cambio climático», explica.

Además, planea ser todavía más activo en el futuro. Actualmente tiene invertidos un 3,5% de su propios fondos en bonos verdes; con un valor de 20.800 millones.

Su objetivo es incrementar este este peso «en los próximos años». Otro campo en el que competir con la Reserva Federal.

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