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La guerra geopolítica del cambio climático enfrenta a EEUU, China y Europa

Johnson se adelanta a la cumbre organizada por Biden y se compromete a reducir las emisiones contaminantes un 78% en 2035

Dos jornadas para colocar a EEUU como primer actor mundial en la lucha contra el cambio climático y exigir a las principales potencias económicas medidas concretas para la década en curso. Este es el principal objetivo marcado por la Administración Biden de cara a la cumbre mundial convocada para este jueves y viernes, bajo el emblema ‘Leaders Summit on Climate’.

Pero, en el tablero mundial de la transformación ‘verde’, cada pieza juega su propia partida.

En ella, la Unión Europa ha sido hasta ahora ambiciosa a la hora de marcarse metas, pero sin objetivos claros para el más corto plazo; y China acaba de mostrar su jugada al desvelar sus propias exigencias en desarrollo renovable

China se adelanta al anunciar sus objetivos

Será la primera gran cita internacional del presidente demócrata desde su llegada a la Casa Blanca el pasado enero. Con ella, Biden da un volantazo a los cuatro años de gestión republicana, marcados por el negacionismo de Donald Trump al cambio climático, y pone el broche a sus primero 100 días de mandato. 

Este lunes, en vísperas de la cumbre -y justo coincidiendo con la visita el fin de semana del delegado de EEUU para el Clima John Kerry a Shanghái- la Agencia Nacional de Energía china ha anunciado que va a acelerar el giro hacia las renovables. Su objetivo es que este año supongan el 11% de la energía consumida por todo el país, frente al 9,7% del conjunto de 2020. 

Y, a partir de ahí, acelerar de forma que las renovables -sobre todo, eólica y fotovoltaica- representen el 16,5% del consumo total en 2025 y, alrededor del 25% en 2030. 

China aspira a que, en 2025, la cuarta parte de la energía que consuma sea renovable

De esta forma, China se adelanta a Estados Unidos, ya que la propia Casa Blanca ha instado a los países que irán a la cumbre (que será virtual) a que delineen una hoja de ruja para “contribuir a una ambición climática más fuerte’. De hecho, Washington tiene previsto anunciar “un ambicioso objetivo de emisiones” para 2030. 

Reino Unido se adelanta a los otros 39 invitados

En total, la cumbre del clima de esta semana prevé dar voz a 40 líderes mundiales. Entre ellos, el francés Emmanuel Macron, el canadiense Justin Trudeau, la alemana Angela Merkel y el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez; además de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen.

Además, estarán el premier británico Boris Johnson, que este martes también se ha adelantado a la cumbre, prometiendo rebajar las emisiones contaminantes de Reino Unido en un 78% en 2035, convirtiéndose en el país más ambicioso hasta el momento. Además, Johnson ya ha desgranado en los últimos meses su propia agenda climática, en la que dará peso a la energía nuclear y a la eólica.

Quien es una incógnita en cuanto a estrategia a presentar es el presidente ruso, Vladimir Putin, también invitado a la cita virtual.

Pero, en esta cumbre, también están países que, a priori, no tienen un papel sustancial en la conversión del paradigma climático mundial. Entre ellos, Bután o Gabón.

La explicación, según apunta en su convocatoria la Casa Blanca, es que persigue que la cumbre dé voz a los 17 países responsables del 80% de las emisiones globales y del PIB mundial. También, a aquellos que son más vulnerables al impacto del cambio climático o que están “trazando caminos innovadores hacia una sociedad de cero emisiones”. De ahí la presencia de Bután, conocido como ‘el país más feliz del mundo’.

A la cumbre virtual del clima convocada por Biden están invitadas las grandes potencias y pequeños países como Bután

Sin embargo, a falta de conocer la agenda final del evento, de entrada, llama la atención la ausencia de una ambiciosa lista de altos directivos o empresarios. De momento, la Administración Biden sólo ha confirmado la presencia de “un pequeño número de líderes empresariales y de la sociedad civil”. 

Un resquicio al sector privado donde sería sorprendente que, en esta cumbre, no estén presentes nombres como el del fundador de Microsoft Bill Gates, una de las mayores voces corporativas en la exigencia de medidas para frenar el calentamiento quien, además, acaba de publicar el libro ‘Cómo evitar un desastre climático’.

La presencia (o ausencia) de líderes empresariales sería aún más relevante después de que un centenar de directivos se sumara hace unos días a líderes europeos exigiendo a Biden que presente una hoja de ruta medioambiental más ambiciosa. Entre ellos, los consejeros delegados de compañías como H&M, Ikea, o Unilever, entre otras. 

Una agenda abierta, con Glasgow en el objetivo

De esta forma, la agenda de la cumbre y los objetivos a presentar siguen abiertos, más allá de las premisas esenciales. Entre ellas, la exigencia de movilizar tanto fondos públicos como privados para impulsar la reducción de emisiones de CO2; o impulsar las industrias energéticas renovables como motores de creación de empleos limpios. 

Sin embargo, de nuevo, hay que mirar al tablero geopolitico. China, además de anunciar sus propios objetivos, al asegurar a través su viceministro de Comercio Qian Keming, que contempla medidas para aliviar la deuda con el gigante asiático de países en desarrollo que se comprometan a reducir sus emisiones contaminantes. 

Mientras, la Comisión Europea ha diseñado sus objetivos a 2030, con la exigencia -marcada en diciembre- de reducir al menos el 55% las emisiones de CO2 de los Estados miembro, cuando el objetivo anterior era del 40%.

Sin embargo, ahí cada país del club europeo está trazando sus propios criterios. Por ejemplo, Francia planteándose la eliminación de los vuelos de corto alcance, cuando haya alternativa ferroviaria, o España con la nueva Ley de Cambio Climático, que fecha en 2040 el adiós a la comercialización de vehículos de combustión.

Reino Unido tendrá que volver a marcar la agenda internacional de cara a la COP26 de noviembre en Glasgow

Falta por saber, por tanto, el movimiento -si lo hay- de la Unión Europea en esta cumbre y, también, del Reino Unido. En teoría, 2021 iba a ser el año del protagonismo de Boris Johnson, dado que la Cumbre Oficial del Clima, la COP26, se celebrará en noviembre en Glasgow y esta cita global de Biden le roba protagonismo.

Las exigencia de los fondos en el retrovisor

Además, más allá de los objetivos que se marque las administraciones públicas, la exigencia más real y tangible para las empresas es la que llega de los grandes fondos institucionales, con el gigante de la inversión BlackRock, como abanderado, que exigen a las compañías cotizadas planes concretos, con la amenaza de que dejarán de invertir en aquellas empresas que no tengan y desarrollen planes de reducción de emisiones. 

Sin olvidar que la banca de inversión, como JP Morgan, está financiando de forma directa las iniciativas que luchen contra el cambio climático y que las propias compañías cotizadas están tratando de ligar la consecución de objetivos medioambientales -además de sociales y de buen gobierno corporativo, las tres premisas de la ESG- a la retribución que obtengan en el futuro sus altos directivos. En definitiva, las medidas concretas vendrán de la mano de las empresas pero los Gobiernos quieren ser quienes definan la agenda.

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