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España competirá con el G-7 en el desarrollo del hidrógeno verde

La esperada incorporación de Estados Unidos a esta carrera pondría a todas las grandes economías occidentales a trabajar en su desarrollo

La descarbonización del planeta es uno de los objetivos más relevantes que se han marcado varios países de todo el mundo de cara al 2050.

Un giro climático en el que el hidrógeno verde se ha convertido en un pilar clave para cambiar los modelos energéticos de economías industrializadas del G-7, varios países de la Unión Europea, algunas de las grandes fortunas de la «Lista Forbes« y también de España y de su industria energética.

En otoño, el Gobierno de Pedro Sánchez y varias grandes empresas (Acciona, Endesa, Iberdrola, Naturgy, Repsol y Enagás) hacían patria para impulsar el hidrógeno verde, con la promesa de 1.500 millones de euros en fondos europeos para su desarrollo entre 2021 y 2023.

España se quiere convertir en exportador de hidrógeno, pero parece que va a tener competencia, no sólo de otros países europeos, sino de las grandes economías del mundo.

Por el momento, son ya varias las iniciativas españolas que han empezado a tomar forma, como el proyecto industrial de Acciona y Enagás, denominado Power to Green Hydrogen Mallorca -enmarcado en la estrategia de desarrollo del conjunto de Europa-.

De Canadá a Japón, con la incógnita de Joe Biden

Canadá ha sido el último país del G7 en dar un paso al frente y en presentar un plan de desarrollo para el hidrógeno verde –Francia, Japón y Alemania ya lo anunciaron el año pasado-.

Con el Reino Unido incluyéndolo como una de las prioridades de su Libro Blanco de la energía y con Italia prometiendo que también lo desarrollará -a finales del año pasado lanzó una consulta pública para impulsarlo-, solo faltaría Estados Unidos para que el G-7 al completo se apunte a esta energía.

Y las empresas ya han empezado a moverse adelantándose a una posible decisión de Joe Biden. Por ejemplo, Enel Green Power y NextChen acaban de firmar un acuerdo para desarrollar una planta de producción de hidrógeno verde a partir de electrólisis al otro lado del Atlántico, que estará operativa en 2023.

Qué tiene el hidrógeno verde para gustar a todos

Canadá no solo perfila este combustible como una herramienta clave para lograr la descarbonización u obtener beneficios económicos específicos para cada una de sus regiones, también lo incluye como un instrumento esencial para posicionar al país norteamericano como un exportador líder mundial de hidrógeno para 2050.

La implementación de su estrategia está respaldada por una combinación de fondos públicos, en particular, un fondo de combustibles de bajas emisiones y bajas emisiones de carbono por 1.500 millones de dólares canadienses para la producción y el uso de combustibles bajos en carbono, así como por políticas y regulaciones en materias como la fijación de precios del carbono, los combustibles y las emisiones de los vehículos.

Francia, por su parte, presentó su estrategia nacional en septiembre del 2020, en la que prevé una inversión de 7.200 millones de euros para 2030 y un objetivo de capacidad de producción de hidrógeno de 6,5 GW para ese ejercicio. Además, destinará aproximadamente 1.500 millones a la construcción de plantas de electrólisis.

En cuanto a Alemania, dio a conocer su plan en junio del 2020 y se ha impuesto agregar hasta 5 GW a la capacidad de sus electrolizadores para 2030.

Japón ha sido pionero en la puesta en marcha de esta energía, con un primer plan en 2017

Por último, Japón -uno de los primeros países en implementar planes de desarrollo, -trabaja en él desde 2017-, ambiciona convertirse en la «sociedad del hidrógeno», al querer lograr la paridad de costes con combustibles competidores -como el gas natural licuado-, que generen energía limpia. Ya cuenta con el primer barco de hidrógeno líquido y ha realizado el primer envío de amoníaco azul, entre otros proyectos.

Corea, Noruega, Chile… se suman a esta fiebre

Otros países como Corea del Sur, Australia, Países Bajos, Noruega o Chile también ha decidido apostar por este tipo de energía.

En 2019, Corea del Sur anunciaba en su hoja de ruta la producción de 6,2 millones de vehículos eléctricos de pila de combustible; el despliegue de menos de 1.200 estaciones de recarga para 2040 y el suministro de 15 GW de pilas combustible para la generación de energía limpia.

Ese mismo año, Australia puso en marcha el objetivo «H2 por debajo de 2« , que establece un coste de producción por debajo de 2 dólares australianos/kg de hidrógeno.

Un año más tarde, el gobierno holandés se comprometió a que el suministro de energía sea completamente sostenible en 2050, lo que requiere que al menos entre el 30% y hasta el 50% del consumo de energía final sea a través de transportadores de energía gaseosos, como el biogás y el hidrógeno. Entretanto, Noruega intenta expandir el uso del hidrógeno como portador de energía en el sector marítimo. 

En Latinoamérica, Chile ha establecido un objetivo de 25 GW para 2030, con un coste de producción del hidrógeno de menos de 1,50 dólares/ kg.

Y Rusia también se ha sumado a esta carrera. En junio del 2020, el gobierno de Vladimir Putin aprobó su nueva estrategia energética hasta 2035, donde el hidrógeno verde se ha hecho un hueco.

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