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El gigatón climático de Joe Biden

EEUU se queda fuera del compromiso contra el carbón de la COP 26, presionado por las negociaciones políticas en su propio país. El presidente cuenta con su propio plan, con un tramitación difícil

El plan ‘Build Back Better’ (reconstruir mejor) del presidente Joe Biden se tambalea en las votaciones, a medida que no salen adelante unas y otras disposiciones con compromisos destinados a satisfacer a las facciones demócratas y la duda sobre qué sucederá en el Senado. No obstante, desde la Casa Blanca se ha afirmado que el marco presentado el jueves por la mañana permitiría reducir las emisiones estadounidenses en más de una gigatonelada.

«Una gigatonelada o más supone una transformación», ha comentado Robbie Orvis, director senior de diseño de políticas energéticas de Energy Innovation, un grupo de investigación de San Francisco. «Es mucho más de cuanto ha hecho hasta ahora el Congreso de Estados Unidos y contribuye realmente a sentar las bases con vistas a seguir con esas reducciones de emisiones mediante otras acciones de cara a 2030 y, en adelante».

El plan, pendiente de votación en un Senado muy dividido, es la pieza clave de la agenda de Biden. Para los demócratas, el marco supone un avance con muy buena acogida tras varios meses de estancamiento, pero algunos detalles siguen en el aire.

Si bien parece que aborda la mayoría de sus peticiones, ni Joe Manchin ni Kyrsten Sinema, senadores demócratas moderados, han respaldado el plan, que aún está pendiente de aprobación por los legisladores de izquierdas de la Cámara de Representantes. La medida no solo incluye disposiciones sobre el cambio climático, sino también sobre educación infantil universal para niños y niñas de 3 y 4 años, ayudas para el cuidado de menores y la creación o ampliación de otros programas de bienestar social.

«Parece que las afirmaciones de la Casa Blanca de que el plan ‘Build Back Better’ reducirá las emisiones en «bastante más de una gigatonelada» para 2030 son muy legítimas; en realidad, es probable que se hayan quedado cortas», tuiteó Jesse Jenkins, profesor de la Universidad de Princeton que ha estado siguiendo las repercusiones de las distintas disposiciones del proyecto de ley.

Biden llegó al cargo con la esperanza de que el país pasara a tener electricidad libre de carbono en 2035 y de que toda la economía fuera neutra en carbono en 2050, de acuerdo con las necesidades científicas. 

Presiones desde los partidarios del ‘carbón’

Este mes, parecía que podría enfrentarse a un obstáculo insuperable, cuando el senador Manchin, partidario del carbón, forzó la eliminación del plan de pago de electricidad limpia (CEPP) del proyecto de ley. Esa disposición, con la que se pretendía recompensar a las empresas de servicios públicos por abandonar los combustibles fósiles y penalizarlas si no lo hacían, se consideraba clave para una transición rápida.

Con respecto del fracaso del CEPP, Josh Freed, vicepresidente senior de clima y energía del ‘think tank’ de centroizquierda Third Way, considera que no hay mal que por bien no venga. «En consecuencia, se ha ampliado el enfoque sobre los puntos pendientes de descarbonizar para incluir el sector industrial, que a menudo se pasa por alto», dijo.

El sector industrial está llamado a superar al sector eléctrico como la mayor fuente de emisiones del país. El vicepresidente afirmó, además, que el proyecto de ley contiene exenciones fiscales para incentivar la fabricación limpia y la creación de centros verdes de hidrógeno. También incluye numerosas ventajas para el sector agrícola y los consumidores.

Para Freed, resulta significativo que el plan se dirija a los estados rojos y a las comunidades rurales que han sido más lentas en la transición hacia la energía limpia, algo que la administración Obama pasó por alto. A lo largo del proyecto de ley, los legisladores se han ido deshaciendo de medidas con un componente punitivo, como el CEPP y los impuestos sobre los productos fabricados en países que no estén adoptando medidas para reducir las emisiones de carbono. En su lugar, se basaron casi exclusivamente en jugosos incentivos para fomentar el cambio.

Sin cabida a mayores amenazas, el marco fiscal y de gasto de 1,75 billones de dólares contempla 555.000 millones de dólares para fomentar la energía renovable, los vehículos eléctricos y la contención del calentamiento global. La Casa Blanca dio a conocer el jueves por la mañana una lista de disposiciones respetuosas con el clima en la que se incluye:

  • La reducción del coste de la instalación de energía solar para los hogares en un 30 por ciento.
  • Un crédito fiscal para reducir el coste de un vehículo eléctrico (siempre que se fabrique en Estados Unidos con mano de obra sindicalizada) en 12 500 dólares para una familia de clase media.
  • La creación de un Cuerpo de Conservación del Clima con financiación para 300.000 miembros.
  • Inversión en la restauración de la costa y la conservación del suelo que podría llegar a 240 000 explotaciones agrícolas.

De cara a 2030, Biden pretende reducir las emisiones de Estados Unidos un 50 por ciento por debajo de los niveles de 2005. No obstante, cuando el CEPP quedó fuera del proyecto de ley, las previsiones apuntaban a que la medida reduciría la contaminación en solo un 35  por ciento.

Aún es demasiado pronto para afirmarlo con precisión, pero la eliminación de «bastante más de una gigatonelada» de emisiones podría devolver las reducciones previstas hasta un 45 por ciento. El éxito de la política debe consistir en reducir el CO₂ de todos los sectores de la economía que producen emisiones.

El proyecto de ley intenta llegar a muchos de ellos a través de programas de subvenciones y préstamos que impulsarían la tecnología climática, declaró Joseph Majkut, director del programa de seguridad energética y cambio climático del ‘think tank’ del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales

En su opinión, hay dos cosas a las que se debe prestar atención: el reparto de la financiación entre las tecnologías de reducción de emisiones, como la transmisión de energía o la producción de hidrógeno, y la capacidad de ejecución de las agencias federales.

«Si la ley finalmente se aprueba, tendrá un impacto significativo en casi todos los elementos principales del sistema energético. Seguramente tendrá una repercusión relevante en las emisiones, porque estamos dispuestos a destinar importantes recursos financieros al problema y la economía de la energía limpia ya es sólida», dijo.

«No obstante, habrá que ver si esto supone una diferencia material en la opinión de los países sobre el enfoque de Estados Unidos respecto del clima. A los estadounidenses se les da bien destinar grandes sumas de dinero a los problemas y esta medida a veces funciona y, a veces, no».

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