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El BCE aboga por que las empresas ‘net zero’ reciban un trato de favor en su programa de compra de deuda

El organismo ve en esta estrategia una vía para descarbonizar su cartera y para servir de palanca en la lucha contra el cambio climático

Los bancos centrales no quieren jugar un papel secundario en la lucha contra el cambio climático y llevan meses lanzando ese mensaje, pero este junio está siendo especialmente intenso.

Hace pocos días el Bank for International Settlements (BIS) celebraba su mega conferencia “The green swan: central banking and financial stability in the age of climate change” donde reivindicaba el papel los bancos centrales como impulsores del proceso de descarbonización de la economía mundial.

Pero esta semana el Banco Central Europeo (BCE) ha ido más allá y ha puesto sobre la mesa -de manera teórica por ahora- un auténtico decálogo sobre cómo podría la institución incentivar la lucha contra el cambio climático, a través de un discurso de Isabel Schnabel, que es miembro del consejo ejecutivo de la institución europea (en la fotografía que acompaña a la información Schnabel se ubica entre Christine Lagarde y Luis de Guindos).

Para esta economista, que defiende que medidas de este tipo entrarían dentro de los límites del mandato del BCE, incluso es necesario un replanteamiento de cómo se está afrontando el programa de compra de deuda.

En su opinión, en el actual contexto, la política monetaria, o más concretamente los programas de recompra de bonos, debe superar el concepto de «neutralidad de mercado» para apostar por un enfoque basado en la eficiencia; algo que no se estaría produciendo ahora en un contexto de incremento de los riesgos climáticos.

Schnabel defiende que la estructura de las medidas actuales provoca que las empresas que generan un mayor volumen de emisiones, por su mayor actividad en el mercado de capitales, estén más presentes en la cartera del BCE, lo que incrementa el «riesgo climático» del balance del banco central.

«Las grandes empresas de los sectores intensivos en carbono tienen más probabilidades de operar en el mercado de bonos, lo que da como resultado que la cartera de CSPP (Corporate sector purchase programme) del BCE tenga una intensidad de emisiones relativamente alta», señala.

Para reequilibrar esta situación, de acuerdo con Schnabel, una alternativa sería introducir algunos mecanismo correctores, basados en una “tilting strategy” (estrategia de inclinación), con la que el BCE premiaría dentro de sus adquisiciones de deuda corporativa a las empresas con una hoja de ruta comprometida con las cero emisiones para 2050.

Estas estrategias pro ‘descarbonización’ podrían realizarse a nivel sector, empresa o bonos

«Se podrían considerar aplicar ‘tilting strategy’ que favorezcan a los emisores con una hoja de ruta clara y un compromiso para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero. Las ‘estrategias de inclinación’ se podrían realizar a nivel de sectores, empresas o bonos», especula la ejecutiva del BCE.

Schnabel reflexiona que esta vía es mejor que, por ejemplo, la compra de bonos verdes, ya que la intervención del BCE en este mercado, mucho más pequeño que el conjunto del de renta fija a nivel corporativo, podría producir problemas de liquidez.

También apunta hacia la posibilidad de aplicar exclusiones de ciertos sectores -al estilo de las políticas más básicas en la gestión ESG-, aunque le parecen alternativas mucho menos sofisticadas.

La vía de la ampliación de los colaterales

El BCE también avanza otras alternativas para ‘reverdecer’ su estrategia, como la utilización de «productos innovadores». Pone como ejemplo la reciente aceptación como colateral de los bonos ligados a objetivos de sostenibilidad.

Este producto, de hecho, está viviendo un ‘boom’ en parte gracias a este cambio técnico, que se introdujo en la segunda parte de 2020 y que ya están incorporando muchas empresas.

S&P estima que, para este 2021, «la emisión de bonos indexados a la sostenibilidad podría exceder los 50.000 millones de dólares -al extrapolar las cifras del primer trimestre-, muy por encima de los 11.000 millones de 2020».

Repsol ha sido la última española en anunciar que incluye a este tipo de emisiones -que penalizan a las empresas que los colocan cuando no cumplen los objetivos de sostenibilidad a los que están ligados- dentro de su programa de financiación sostenible.

Una de esas posibles «innovaciones» también podría inclinar la balanza de la política monetaria hacia las empresas con mejor perfil ESG.

De la nueva directiva de ‘reporting’ en sostenibilidad se podrían extraer maneras de crear normas para los colaterales

De acuerdo con Isabel Schnabel se podrían crear colaterales en base a la nueva legislación en la que trabaja la Comisión Europea -la Corporate Sustainability Reporting Directive (CSRD) que sustituirá a la Directiva de Información No Financiera-, teniendo en cuenta las métricas aplicables a toda Europa.

Una medida que sería, además, otro catalizador para que las empresas apostaran por la sostenibilidad. «Este paso podría respaldar el desarrollo de prácticas de divulgación coherentes en toda Europa», afirma Schnabel.

Esta última propuesta -de cuajar- desde luego no sería inminente. El EFRAG acaba de comenzar a dar los primeros pasos para poner en marcha su propuesta para un informe único de sostenibilidad. Si no se produce ningún retraso, los primeros llegarían en 2024.

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