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Canadá convierte el cambio climático en la clave de la reelección de Trudeau

Sigue la misma pauta que Alemania, que también vive elecciones este mes de septiembre, y reviste la descarbonización como cuestión de máxima prioridad política

Canadá. Cambio Climático. Imagen de Unsplash

Dos de los países del G7 tienen citas electorales clave a la vuelta de verano. Por un lado, Alemania, que decidirá quién lleva las riendas de la primera economía de la Unión Europea tras el adiós de la canciller Angela Merkel. Por otro, Canadá, que debe decidir si renueva o no su confianza a Justin Trudeau como primer ministro.

Una cita electoral anticipada donde los resultados no están claros y donde el actual líder del país norteamericano no tiene garantizada su reelección.

Complicada reelección

Las últimas encuestas de cara a la cita con las urnas el próximo 20 de septiembre sitúan a Trudeau, candidato del Partido Liberal, con un porcentaje de votos de algo más del 32 por ciento. Intención de voto que está estancada en unas elecciones marcadas por llevarse a cabo en pleno auge de la variante Delta del coronavirus.

En cambio, el Partido Conservador, encabezado por Erin O’Toole, araña posiciones y, según los últimos sondeos, ya alcanzaría el voto de un 29 por ciento de los ciudadanos canadienses.

La tercera formación en liza es el Nuevo Partido Democrático, los socialdemócratas, que según los últimos sondeos concentra una intención de voto de en torno al 23 por ciento. 

La baza del cambio climático

Y, en este contexto, a poco más de dos semanas de las elecciones, Trudeau acaba de jugar la baza de un plan climático agresivo para asegurar que su país consigue la meta de ser cero emisiones netas de gases con efecto invernadero en el año 2050.

En concreto, su partido ha lanzado este fin de semana una hoja de ruta para convertir la descarbonización en un motor generador de empleo. Un plan que, sobre todo, pone a las empresas petroleras y gasistas en el punto de mira. 

En ese marco, si repite como primer ministro, exigirá que las compañías enfocadas en gas y en petróleo presenten planes climáticos de reducción de emisiones, no solo a 2050, sino con metas parciales a conseguir cada cinco años y a partir de 2025. 

Además, requerirá a las compañías energéticas ligadas a los combustibles fósiles a reducir sus emisiones de metano en, al menos, un 75 por ciento en el año 2030 y en comparación con los niveles que alcanzaban en 2012. 

Como contrapartida, el candidato de los Liberales propone la creación de un fondo, similar a las subvenciones o incentivos a las renovables que, en la Unión Europea, suponen los fondos Next Generation.

En su caso, propone que sea un incentivo para la reducción de emisiones de aquellos sectores más contaminantes que estén abocados a la transformación, denominado, Net-Zero Accelerator Fund.

Básicamente, busca que la transformación no conlleve una destrucción masiva de empleo. En concreto, cerca de 2.000 millones de dólares canadienses (cerca de 1.350 millones de euros al cambio actual) que se destinarían a zonas que ahora basan sus economía en los combustibles fósiles, como Alberta, y enfocados en la creación y el mantenimiento del empleo, aunque no desglosa en mayor detalle cómo lo conseguiría. 

Adiós a los coches de combustión

Otra de las medidas anunciadas por la formación de Justin Trudeau -que es primer ministro desde 2015- sigue la estela de lo que ha marcado la Unión Europea en materia de transporte privado.

Al igual que quiere lograr Bruselas con su plan ‘Fit for 55’, el plan del actual primer ministro canadiense pasa por prohibir la venta de vehículos de combustión a partir de 2035. También tendrán que ser cero emisiones el 50 por ciento de los vehículos que se comercialicen a partir de 2030. 

Por último, en materia energética acelerará los incentivos fiscales a las renovables -el mismo modelo que desarrolla Estados Unidos– para impulsar el desarrollo de fotovoltaica, eólica y otras fuentes menos contaminantes. 

Adiós progresivo al carbón

Y las exportaciones e importaciones de carbón se prohibirán a partir de 2030, año que supondrá la eliminación, aunque gradual, de la producción de electricidad en base a esta materia prima.

Con estos planes, Trudeau trata de arañar votos en la recta final de la campaña y, previsiblemente, conllevará que otros partidos también definan su política en materia medioambiental. Por ejemplo, el Partido Conservador también insta a acelerar la reducción de emisiones, el uso de renovables y la venta de vehículos eléctricos, pero sin metas concretas. 

Mientras, el Partido Socialdemócrata que sí recoge el cambio climático como una “emergencia” a la que hacer frente, centra su campaña en cuestiones económicas y en la desigualdad social.

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