¿Qué es la inversión socialmente responsable (ISR)?

En qué consiste, qué persigue y cómo se materializa el concepto que está dando la vuelta a las estrategias de inversión

Se considera inversión socialmente responsable aquella que no solo tiene en cuenta el retorno del capital invertido sino también su repercusión tanto en la sociedad como en el medio ambiente.

Es habitual referirse a esta disciplina de la inversión por sus siglas o bien en español, ISR, o bien las procedentes del inglés socially responsible investing, SRI, aunque también se definen las siglas ISR como inversión sostenible y responsable.

La inversión sostenible cambia las reglas del juego

La rentabilidad ha sido el norte que ha dirigido el rumbo del mercado financiero desde sus inicios, en un modelo en el que todo inversor que plantea comprometer su capital en un proyecto toma las decisiones en base a la relación entre el riesgo y el posible beneficio. Sin embargo, este modelo financiero está evolucionando y, sin dejar atrás el requisito del retorno de la inversión, está incorporando otros elementos a la ecuación como la conciencia social.

La rentabilidad deja de ser el único indicador para medir la idoneidad de una actividad económica al contemplar aspectos que trascienden el ámbito financiero para definir una estrategia de inversión.

Este tipo de inversión es una tendencia emergente en la que se encuentran dos realidades: la necesidad de desarrollar productos financieros diferenciados y la inquietud de los inversores trasladar sus valores a sus finanzas.

La rentabilidad deja de ser el único indicador para medir la idoneidad de una actividad económica

La máxima a aplicar es la definición de sostenibilidad entendida ésta como el desarrollo que permite satisfacer de la mejor manera las necesidades de la sociedad actual, sin comprometer las capacidades de las futuras generaciones. Bajo este concepto se han desarrollado toda una serie de criterios denominados con las siglas ESG, en referencia a los términos medioambiental, social y de gobernanza, con los que evaluar si una actividad es sostenible o no. 

Cómo la responsabilidad se abrió camino en las finanzas

Desde 1916 ya se decía que al igual que una persona es responsable de sus acciones, también lo es de sus transacciones. Más allá de la cuenta de pérdidas y ganancias, se señalaba la responsabilidad empresarial.

Igual que una persona es responsable de sus acciones, también lo es de sus transacciones

El actual concepto de sostenibilidad aparece formulado por primera vez en el Informe Brundtland elaborado por las Naciones Unidas en 1987, en el que se alertaba por primera vez sobre las consecuencias medioambientales negativas del desarrollo económico y la globalización.

Para entonces tanto el sector público como el privado habían dado pasos en la dirección de incorporar la responsabilidad a la economía, como las protestas en los sesenta contra las empresas de defensa a raíz de la guerra de Vietnam, el Lanzamiento en 1971 del Fondo Pax World, el primer fondo mutuo de inversión socialmente responsable en los EE.UU,  las desinversiones generalizadas como protesta contra el apartheid en 1980 en Sudáfrica o la reacción a finales de la misma década al derrame del petrolero Exxon Valdez que desembocó en la redacción de los Principios Valdez, rebautizados después como los Principios CERES.

Todos ellos, pequeños cambios de mentalidad a lo largo de décadas que condujeron a pasos institucionales y legislativos y una manifestación de la capacidad de los accionistas de influir en el comportamiento de las empresas.

Pequeños cambios de mentalidad que condujeron a pasos institucionales y legislativos y una manifestación de la capacidad de los accionistas de influir en el comportamiento de las empresas

El mercado se fue adaptando a esta evolución con el desarrollo cada vez de más productos con una vertiente responsable o la llegada de los índices bursátiles sostenibles como el Índice de Dow Jones Sustainability Index o el FTSE4Good ESG.

Una historia en la que destacan tres fechas recientes:

  • En 2006 se publicaron los Principios de las Naciones Unidas para la Inversión Responsable (UNPRI por sus siglas en inglés) que sirvieron de empuje y formalización ya que aportaban un marco normativo que facilitara a los inversores la integración de las cuestiones medioambientales, sociales y de gobernanza empresarial (ESG) en sus inversiones. Con ello se generaron 45 billones de dólares en activos de los signatarios adheridos a la iniciativa.
  • En 2008, el Banco Mundial emite los primeros bonos calificados como verdes impulsando así los productos de deuda destinados a financiar proyectos con una misión de responsabilidad medioambiental.
  • En 2015, las Naciones Unidas firmaron una estrategia de desarrollo humano común de cara a 2030, sucesora de los Objetivos del Milenio, con diecisiete nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Todo ello en el contexto de que el último objetivo de una estrategia de inversión responsable es contribuir a un modelo financiero global más sostenible. El hecho de que la inversión sostenible sea uno de los segmentos de más rápido crecimiento dentro la industria de la gestión de activos demuestra que es un sector consolidado, a pesar de la motivación en ocasiones sea más estética que ética.

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