Hacia qué lado se inclinan las empresas del IBEX en el debate de la reforma del capitalismo

La ESG fuerza a las empresas a dejar de ser solo generadoras de beneficios para sus accionistas y convertirse en creadoras de riqueza para la sociedad. En el IBEX todavía hay importantes diferencias sobre el desempeño en la 'S'. Solo BBVA y Mapfre serían líderes

El debate sobre propósito corporativo regresó con fuerza en agosto de 2019 cuando la Business Roundtable de EEUU (BRT) publicó su declaración ‘Purpose of a Corporation’, firmada por 181 CEOs de este club de las principales corporaciones americanas. 

La BRT dio entonces un giro copernicano rompiendo en apariencia con 22 años de primacía del ‘shareholder value’. Si en 1997 proclamaba que las empresas cotizadas existen principalmente para servir a sus accionistas, la BRT parecía rectificar. Ahora las empresas deben afirmar su compromiso con la creación de valor también para todos los ‘stakeholders’: clientes, empleados, proveedores y las comunidades donde operan. 

Durante este año y medio, el propósito corporativo ha estado muy presente en la prensa anglosajona y en los foros de discusión empresariales y de inversión ESG. Es la punta de lanza en las discusiones sobre la reforma pendiente del capitalismo que la pandemia ha exacerbado, reintroduciendo la idea de que las empresas tienen que ganarse su licencia social para operar. 

Este debate no es nuevo, sino pendular, y lleva por lo menos un siglo dando vuelcos. A simple vista podría parecer una disquisición académica, pero el asunto tiene repercusiones tangibles en el mundo de la economía real, razón por la cual la discusión ha sido alentada en el mundo de la inversión ESG. 

Las empresas deben afirmar su compromiso con la creación de valor también para todos los ‘stakeholders’

Tomemos 1970 como hito, año en el que el Nobel de Economía Milton Friedman publica su famosa y frecuentemente citada tribuna en ‘The New York Times Magazine’, titulada ‘The Social Responsibility of Business Is to Increase Its Profits’.

Se tiende a olvidar que desde la Gran Depresión del 29 hasta esa fecha hubo dos grandes escuelas en el ‘Great Debate’ sobre propósito corporativo lideradas por dos catedráticos de derecho de los negocios. Por un lado, Adolph Berle, de la Columbia University, quien abogaba por la primacía del ‘shareholder value’. 

Por otro, Merrick Dodd, de Harvard University, quien representaba lo que hoy llamaríamos capitalismo de ‘stakeholders’. Es decir, para Dodd las cotizadas eran también instituciones sociales que deben ser gobernadas velando por el interés de sus stakeholders: creando empleo estable para sus empleados, sirviendo lealmente a sus clientes e invirtiendo en la comunidad y la sociedad con su contribución tributaria. 

A partir de los 70 la primacía del ‘shareholder value’ conquista la posición dominante, hasta que la crisis financiera del 2008, la crisis climática y el COP de París de 2015 empiezan a despertar los apetitos ‘stakeholderistas’ muy emparentados con la inversión responsable. 

Pero como subproducto de la ESG, no está exento de las debilidades propias de la disciplina. Del mismo modo que hay riesgo de ‘ESG-washing’, el concepto tampoco se libra de su alter ego negativo o ‘purpose-washing’.

La declaración de la BRT en 2019 cosechó seguidores (por ejemplo, el World Economic Forum publicó su ‘Davos 2020 Stakeholder Capitalism manifesto’), pero sobre todo detractores que consideraron la maniobra simplemente como un ejercicio de marketing, si no de hipocresía por parte de los CEOs de la BRT.

Quizá una manera sutil de quitarse de encima a los inversores de corte ESG, intentando demostrarles que las demandas de su ‘engagement’ ya están satisfechas con su nuevo propósito corporativo.

El propósito de las empresas y la eficacia de su respuesta al Covid

Coincidiendo con el 50 aniversario del artículo de Friedman, dos consultoras del ramo ESG lanzaron este año una iniciativa, The Test of Corporate Purpose, que pretende investigar la relación entre el propósito corporativo de las empresas y la eficacia de su respuesta frente a la crisis del Covid.

De acuerdo con los resultados de la primera edición, el ser firmante de la declaración de la BRT, no solo no garantiza poner en práctica tal propósito stakeholder-céntrico, sino que  muestra una correlación ligeramente negativa. 

Los promotores de la iniciativa han asignado una puntuación a las empresas basada en el análisis de una potente base de datos que compila información de 115,000 fuentes en 13 idiomas mediante inteligencia artificial. Tal puntuación es la base de un ranking con cuatro cuartiles de orden jerárquico. 

Como todos los intentos de mesurar la S de la ESG se puede argumentar que podría adolecer de limitaciones considerables y que es esencialmente análisis de raíz cualitativa. Pero es al menos una aproximación y de interés en tanto que además del S&P 500 hay cobertura de varias empresas españolas por su pertenencia a los índices FTSE Eurofirst

Cuartil 1: BBVA, Mapfre

Cuartil 2: Banco Santander, Caixabank, Iberdrola, Telefónica

Cuartil 3: ArcelorMittal, Banco de Sabadell, Bankia, Endesa, Grifols, Repsol

Cuartil 4: Inditex

Sin embargo, en el contexto europeo – más cercano a la economía social de mercado – el debate sobre ‘shareholder value’ y ‘stakeholderism’, se ha enmarcado en el proyecto de gobierno corporativo sostenible que prepara la Comisión Europea y el Parlamento Europeo.

Curiosamente, el informe de The Test of Corporate Purpose destaca que Inditex es parte de las 26 multinacionales que han apoyado la iniciativa de la Comisión de legislar un ‘due diligence’ obligatorio de la cadena de suministro en materia ESG (es probable que las patronales europeas no compartan esta posición).

Del mismo modo, la firma francesa Danone, a pesar de puntuar en el cuartil 4, cambió este año sus estatutos para convertirse en una ‘enterprise à mission’ (una figura jurídica de empresa regida por un propósito corporativo social) con el voto de sus accionistas en la junta. La multinacional francesa tiene aspiraciones de conseguir la certificación ‘B Corp’ a nivel global que busca el equilibrio entre propósito y beneficio. 

De momento tiene el 45% de sus operaciones, entre ellas varias filiales españolas de Danone ya son ‘B Corps’. No hay sin embargo representantes del Ibex 35 entre las 55 firmas españolas con la certificación. Entre ellas sí está la cotizada Holaluz del Mercado Alternativo Bursátil.

El Gran Debate sobre propósito corporativo continuará en 2021. Recientemente, ya fue objeto de una de las famosas contiendas dialécticas del Oxford Union, aunque con audiencia online debido a las restricciones de la pandemia. La moción a debate era: “¿Deben los líderes empresariales gestionar sus empresas en beneficio de todos sus stakeholders o simplemente en beneficio de sus accionistas?” La moción stakeholder-céntrica ganó con un 70% de los votos. Milton Friedman parece haber perdido adeptos, al menos por el momento. 

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