El ‘verdugo’ de Danone se apunta a la moda de trocear empresas por motivos climáticos

El fondo activista Bluebell exige a Glencore que desagregue su división de carbón. Sigue el ejemplo de Third Point en Shell

Bluebell, el fondo que presionó hasta conseguir la destitución de Emmanuel Faber al frente de Danone, vuelve a escena. Y la señalada es la multinacional de materias primas Glencore.

El fondo activista de Giuseppe Bivona y Marco Taricco quiere que la compañía suiza separe su negocio de carbón del resto, en una maniobra que cada vez más empresas comienzan a tomar ante el mayor peso la inversión socialmente responsable.

Blubell asegura que los accionistas de Glencore, de la que el fondo controla una participación minoritaria, podrían obtener una mayor rentabilidad con la división del negocio y un giro en aspectos de gobernanza, según aseguran los activistas en una carta recogida por Bloomberg.

“Debido al carbón, Glencore no es una inversión para aquellos que sitúan la sostenibilidad en el centro de su proceso de inversión”, detalla la carta, con fecha del pasado 8 de noviembre.

Bluebell aumenta su diana: Danone, Glaxo, Vestas…

Los activistas aseguran que se necesitan “activos descarbonizados” y “garantizar” que se gestiona adecuadamente la transición de los activos del carbón. Un movimiento de calado para la compañía si se tiene en cuenta que es uno de los mayores transportistas de carbón térmico a nivel global.

La multinacional suiza respondió en un comunicado que “confía” en su modelo para “producir, reciclar y comercializar los materiales necesarios para descarbonizar mientras reducimos nuestras propias emisiones”. Todo ello, “entregando valor para las partes interesadas”.

Pero Bluebell exige a Glencore un cambio en el modelo de negocio, al que tildan de “moralmente inaceptable” y “financieramente defectuoso”.

Además de presionar a Danone en marzo de este año para conseguir la salida de Faber, el fondo de activistas ha obtenido éxitos en otras campañas contra multinacionales como la farmacéutica Glaxosmithkline o el fabricante de aerogeneradores Vestas.

La noticia apenas convulsionó las acciones de Glencore, que cotizaron en plano en la Bolsa de Londres. En los últimos días arrastran caídas del 5 por ciento, mientras que en el año ganan más de un 45 por ciento.

Shell: pelea por su división en partes

La propuesta de Bluebell se suma así a la tendencia de algunos fondos activistas, que en los últimos meses han lanzado diversas propuestas a distintas multinacionales para tratar de conseguir la escisión de sus negocios.

El caso más reciente fue el de la petrolera Shell. El fondo Third Point, de Daniel Loeb, solicitó a la compañía la división de su negocio -las sedes se encuentran en Reino Unido y Países Bajos, lo que dificulta el activismo sobre Shell- para crear una entidad con “energía más limpia”.

La petrolera llevará la propuesta a su próxima Junta anual de accionistas de diciembre, pese a que suscita división entre el propio activismo, pero no todo el activismo climático está de acuerdo en hacer este movimiento.

Por ejemplo, Follow This, un grupo con más de 10.000 accionistas de distintas petroleras, ha asegurado que, a corto plazo la escisión por partes “no ayudará” a Shell a luchar contra el cambio climático. Por el contrario, pidieron aprovechar mejor el flujo de caja generado con el petróleo para instar la inversión en renovables.

El mayor peso del activismo en la toma de decisiones importantes para las compañías se está convirtiendo en una tónica cada vez más habitual.

La propia Glencore ya sometió ante sus accionistas su estrategia climática para conseguir las emisiones cero en 2050, según anunció su Junta de Gobierno a comienzos de año. En diciembre, la compañía ya había anunciado su compromiso de seguir adoptando una hoja de ruta en línea con los Acuerdos de París.

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