El otro cambio regulatorio que esperan el Banco Santander y Ana Botín

La presidenta del primer banco español cree que sería positivo encontrar una fórmula para bonificar a la financiación sostenible

Ana Botín, presidenta del Banco Santander. EFE

La banca española ha dado por cerrada la temporada de resultados de 2020 con la triste guinda de las fortísimas pérdidas por más de 8.700 millones del Banco Santander.

Su presidenta, Ana Botín, y su consejero delegado, José Antonio Álvarez, justificaron estos números rojos en los ajustes extraordinarios -costes de reestructuración y ajustes contables en el valor de varias filiales- y en las fuertes provisiones que ha construido para afrontar la morosidad que dejará la COVID-19.

Como en el caso de otros bancos, las cifras de impagos del Santander no reflejan el pico de morosidad que podría llegar en el futuro.

En el conjunto de Europa cerró 2020 en el 3,15%, menos que el 3,61% de 2019, pero cuando más tiempo se alargue la pandemia, el riesgo de quiebras y de impagos de clientes minoristas se amplía.

El sector ha contado con la alianza de los regulares y supervisores en este sentido. Los créditos en moratoria, tanto los legales, como las voluntarios, no están provisionados por su complicidad basada en que se ‘juega’ con que la segunda variedad sigue pagando intereses -la otra es obligatoria por Ley-. Técnicamente, no hay impago porque se abonan, aunque el principal por el momento no se devuelva.

Salvado ese escollo, y confiando en que la economía pueda recuperar el ritmo a medida que se controle la crisis sanitaria, Ana Botín vería bien otros gestos para que la banca también tenga gasolina con la que inyectar crédito a la economía alineado con la recuperación ‘verde’ que quieren impulsar los distintos estados.

La oportunidad de los siete ‘trillones’

Hace justo un año, cuando todavía ni se intuía el golpe del coronavirus, la presentación de resultados del Banco Santander vino precedida por la comentada participación de la presidenta del banco en el programa Planeta Calleja.

En aquel programa, Ana Botín y Jesús Calleja viajaron juntos a Groenlandia para ver en primera persona los efectos del cambio climático.

Botín había sido muy activa en la COP25 celebrada en Madrid y durante ese verano el banco había presentado su «compromiso en banca responsable para 2025», en los que incluía medidas ligadas al desarrollo de los ODS, entre ellos los medioambientales.

Un año después, aunque Botín valoró este miércoles muy positivamente el paso dado por Estados Unidos al regresar al Acuerdo de París tras la llegada de Joe Biden, el peso de la sostenibilidad estuvo menos presente en su intervención.

Botín valora positivamente el regreso de Estados Unidos al Acuerdo de París

No obstante, tras ser preguntada este miércoles sobre si sería necesario una revisión de las normas de capital para fomentar la financiación sostenible, la presidenta del Santander reconoció que era un debate interesante, sobre el que tendría que reflexionar Basilea.

Para aprovechar bien el fuerte impacto -valorado en unos siete billones (trillones)-, de las inversiones que se tienen que llevar a cabo hasta 2030 para impulsar la lucha contra el cambio climático, Botín reconoció a SOCIAL INVESTOR, que sería positivo «encontrar alguna fórmula para bonificar (a la financiación sostenible)».

Con el lastre que va a suponer el coronavirus, relajar el consumo de capital de este tipo de crédito puede ayudar a que los bancos sean más proclives a mover el dinero hacia esos sectores.

El Santander, por detrás del BBVA

El Banco Santander movió unos 13.600 millones en financiación sostenible en 2020, según se desprende de la información remitida a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV); una cifra que sería inferior a los 19.000 millones de 2019.

El banco no precisó durante la presentación de resultados si esperaba volver a recuperar el ritmo de 2019 este año. Al igual que otras entidades, como BBVA o Caixabank, bajo este epígrafe se incluyen diversas operaciones relacionadas con el mundo la sostenibilidad.

Así, el Santander, especifica que integra «la financiación y movilización de capital para actividad verde vía project finance, préstamos sindicados, bonos verdes, capital finance, export finance, ‘advisory’, ‘structuring’ y otros productos para ayudar a nuestros clientes en la transición hacia una economía baja en carbono», señala.

En concreto, la entidad se ha comprometido a conceder 120.000 millones en financiación sostenible hasta 2025; por lo que tendría que firmar más de 17.000 millones anuales para completarlo. En dos años, ha movido 32.600 millones.

Hace pocos días el BBVA anunció que, en su caso y en tres años, habían impulsado ya 50.000 millones de euros en financiación sostenible; lo que, probablemente, le obligaría a revisar al alza su objetivo hasta 2025.

El banco que preside Carlos Torres va por delante del Santander en esta materia. Tanto en su actividad en bonos verdes, como en el calendario.

Fue en febrero de 2018 cuando presentó las líneas maestras de sus compromisos contra el cambio climático; entre los que se incluyen objetivos concretos en financiación sostenible. En su caso, su meta está en conceder 100.000 millones.

El Santander se encontraba ese año inmerso en la digestión de la compra de Banco Popular.

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