El auge de los criterios ESG, un cambio sin precedentes

Las juntas de accionistas de 2020 fueron una demostración de que cada vez más inversores están dispuestos a votar en contra de la inacción climática

Sin lugar a dudas el 2020 ha sido un año repleto de desafíos en el que la actual crisis sanitaria mundial ha impulsado nuevas tendencias y ha consolidado otras ya instauradas desde hace varios años en los mercados y en la propia gestión de las compañías.

En este tiempo turbulento y con grandes cambios estructurales, hemos podido observar tendencias al alza como el auge de los criterios ESG (Ambientales, Sociales y de Gobierno corporativo, o ESG por sus siglas en inglés), no solo por el interés y crecimiento espectacular de fondos internacionales orientados al conjunto de dichos aspectos, sino también por sus respectivas implicaciones en las Juntas Generales de Accionistas de sus participadas.

Los inversores institucionales exigen, cada vez con más frecuencia, una mayor divulgación y responsabilidad a sus participadas en temas relacionados con los aspectos ESG, potenciando la conversación y pidiendo a las empresas que sean más ambiciosas por el respeto del medio ambiente y de las comunidades de las que forman parte.

Presión a las participadas para abordar el cambio climático

En Juntas de Accionistas de 2020, hemos continuado viendo a los inversores votando en contra al considerar que las empresas no están haciendo lo suficiente a la hora de abordar el riesgo climático.

Las resoluciones relacionadas con el «medio ambiente», representan un 56% del total y su número ha aumentado un 29% de 2018 a 2020. El ejemplo más reciente y cercano, lo hemos visto en AENA.

Las resoluciones relativas al medio ambiente ha aumentado un 29% del 2018 al 2020

Dicha realidad, comenzó a construirse hace más de dos décadas en los EE. UU. y se ha intensificado en los últimos diez años.

Para la inmensa mayoría de los inversores norteamericanos, el voto ya no es simplemente un ejercicio de cumplimiento. Otras prioridades como el cambio climático y la diversidad, han dado un reciente y paralelo impulso a las campañas de los accionistas.

El crecimiento exponencial de esta tendencia también radica en el respaldo de grandes inversores como BlackRock, Vanguard o State Street, gracias a los cuales el nivel medio de apoyo a las propuestas relacionadas con el clima ha aumentado hasta el 31,6% observado en 2020.

Si nos centramos en el análisis de la propia comunidad inversora respecto a las cuestiones ESG, sería interesante resaltar que, en enero de 2020, BlackRock, el mayor gestor de activos del mundo, se unió a Climate Action 100+.

Iniciativa de más de 500 inversores con el objetivo común de que las empresas mejoren la gobernanza medioambiental, reduzcan las emisiones y sean más transparentes en cuanto a los riesgos y oportunidades relacionados con la cuestión climática.

Dicho compromiso lo hemos vuelto a ver reflejado en la reciente carta del CEO de Blackrock Larry Fink solicitando a las empresas que describan la forma en que su modelo de negocios será compatible con una economía de cero emisiones netas.

Por lo visto hasta el momento, las propuestas de accionistas solicitando información sobre cuestiones relacionadas con el clima van desde información de la huella de carbono de la empresa hasta los objetivos de mitigación establecidos para alinearse con los parámetros fijados en el Acuerdo de París; y desde el impacto que el aumento de las temperaturas puede tener en las operaciones, hasta los riesgos derivados de mantener los niveles actuales de emisiones de gases de efecto invernadero.

Incluso, en algunos casos, se solicitó la emisión de informes de sostenibilidad que cumplan con las recomendaciones y estándares mundiales, como las del Global Reporting Initiative (GRI), el Sustainability Accounting Standards Board (SASB) o el Task Force on Climate-related Financial Disclosures (TCFD).

La ESG tomarán un nuevo rumbo en las juntas en el futuro

De cara al futuro y dada la evolución de esta tendencia, podemos esperar que un alto porcentaje de propuestas solicitando mejorar la información y las prácticas sobre estas cuestiones, alcancen niveles de apoyo significativos en las juntas de los próximos años.

Por ejemplo, respecto a los cambios que podrían ejecutarse en las empresas, éstas deberían considerar si el consejo de administración y la dirección ejecutiva tienen suficiente experiencia en asuntos medioambientales relevantes.

En una declaración pública emitida en junio de 2020 por Vanguard, uno de los mayores gestores de activos del mundo, comunicó su expectativa de que los consejos de administración incluyan personas competentes en cuestiones climáticas.

Vanguard espera que los consejos de administración incorporen perfiles especializados en materia climática

Si bien esta recomendación se aplica en mayor medida a las empresas intensivas en carbono, para las que la sostenibilidad medioambiental tiene una importancia estratégica específica, la contribución a la función de supervisión del consejo, puede ser un motor de innovación incluso en otros sectores de la economía.

Por otro lado, las empresas deben considerar la evaluación periódica no solo de la calidad del proceso de control interno utilizado para supervisar el impacto medioambiental de la compañía, identificar áreas de vulnerabilidad y captar nuevas oportunidades sino también del rendimiento ESG frente a los comparables de la industria, como reflejo de la evaluación que llevarán a cabo analistas e inversores.

Por último, las empresas deberían considerar cómo mejorar la divulgación de las cuestiones medioambientales en los informes de sostenibilidad. Sin duda, una de las principales dificultades es dar sentido y coherencia a los diversos formatos, estándares y recomendaciones que se han ido multiplicando a lo largo de los años.

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