¿Dónde queda la G de la ESG?

En la gobernanza se encuentra el origen de la inversión responsable y sobre ella se deben asentar los objetivos medioambientales y sociales

La G es el origen de la ESG. Foto de Amador Loureiro en Unsplash

La sopa de letras de la sostenibilidad no está completa sin las siglas de moda: ESG (en español ASG: Ambiental, Social & Gobernanza). El término nace en 2005 gracias al estudio “Who Cares Wins”, y se estima que hoy la inversión ESG es responsable de un cuarto de todos los activos administrados profesionalmente a nivel mundial.

Tanto emisores como inversores están tomando más conciencia de su cometido en la inversión responsable: incorporando factores ambientales, sociales y de gobernanza para gestionar mejor sus riesgos y generar resultados sostenibles a largo plazo.

La G, el pilar más antiguo

Los inversores anglosajones ejercen sus deberes fiduciarios desde 1992, cuando el Financial Reporting Council (FRC, el guardián del gobierno corporativo inglés), la Bolsa de Londres y las asociaciones contables forman el Comité sobre Aspectos Financieros del Gobierno Corporativo, pidiendo a las empresas que adopten las mejores prácticas de gobernanza bajo el principio de “cumplir o explicar”. Dando origen al primer Código de Buen Gobierno, el UK Corporate Governance Code.

En 2010, se publica el Código de Vigilancia o Stewardship Code cuyo objetivo es lograr que los inversores institucionales participen en la gestión empresarial.

En 2012, FRC revisa los Códigos de Vigilancia y de Gobierno Corporativo y desde entonces ambos códigos se revisan conjuntamente, pues al final son las dos caras (inversor y emisor) de la misma moneda.

En abril de 2015, el Foro de Gobierno Corporativo del G20 y la OCDE debaten un proyecto de Principios, que presentan ante la cumbre de líderes del G20 y nacen los Principios de Gobierno Corporativo.

En España, la CNMV ha publicado en 2020 la 5ª versión del Código de Buen Gobierno de las sociedades cotizadas, tras los de Olivencia 1998, Aldama 2003, Conthe 2006 y Rodríguez 2015, incorporando recomendaciones específicas en materia de sostenibilidad.

La E está de moda

2015 fue un gran año para la “E”. Se aprueba la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible en la Asamblea General de la ONU, un plan de acción a favor de las personas, el planeta y la prosperidad con 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de naturaleza económica, social y ambiental que regirán los programas de desarrollo mundiales hasta 2030.

En el Acuerdo de París de la COP21 (ratificado por la UE un año más tarde), y los firmantes acuerdan mitigar e informar sobre las emisiones, reunirse cada cinco años para evaluar su progreso y hacer frente a los efectos del cambio climático.

En diciembre 2019 la Comisión Europea publica “El Pacto Verde Europeo” que establece acciones para impulsar un uso eficiente de los recursos, restaurar la biodiversidad y reducir las emisiones contaminantes. Incluye propuestas sobre inversiones necesarias e instrumentos de financiación disponibles para garantizar la transición.

En 2020, la Comisión somete a consulta pública la revisión de la Directiva de Información no Financiera (NFRD) planteando ocho temas para su posible revisión incluyendo la creación de modelos estandarizados de suministro de información.

La S, potenciada por la pandemia

En España, con la Ley 11/2018 de Información No Financiera y Diversidad (INFD), los accionistas son llamados a votar sobre estos aspectos en un punto separado en la junta de accionistas.

Las empresas deben elaborar detallados informes, siguiendo, además de temas ambientales, los ODS sociales, reportando sobre derechos humanos, diversidad, medidas anti-corrupción y soborno, la brecha salarial y donaciones a proyectos comunitarios.

El factor social es quizás el más ignorado por los inversores, parcialmente por la ausencia de criterios claros y una taxonomía

Pero, a pesar del creciente interés en los últimos años por la Responsabilidad Social Corporativa, el factor social quizá sea el más ignorado por los inversores, parcialmente por la ausencia de criterios claros y una taxonomía social.

Spainsif enfatiza en su estudio “La dimensión social de la inversión sostenible”, que el peso sigue recayendo sobre la “E”, pero la crisis sanitaria causada por la pandemia ha potenciado la “S” también. Reflejado queda en las ayudas monetarias y las incontables mascarillas, respiradores y medicamentos donados.

Además, la mayoría del Ibex ha pospuesto la distribución de dividendos y se han recortado los planes de remuneración.

Los ejes de cara al futuro

El mismo Pacto Verde Europeo remarca la importancia de la G e indica que “La sostenibilidad debe integrarse aún más en el marco de gobernanza empresarial, ya que muchas empresas todavía prestan demasiada atención al rendimiento financiero a corto plazo en comparación con otros aspectos del desarrollo y la sostenibilidad a largo plazo”.

La G debe ser el pilar central sobre el que se integren los nuevos objetivos definidos en la E y la S

El propósito de Corporance Asesores de voto, es ayudar a los inversores a mejorar la gobernanza de las empresas cotizadas españolas, para aumentar sus posibilidades de financiación, fomentar la sostenibilidad, incrementar la transparencia de la información y fortalecer las relaciones entre emisores e inversores.

Pensamos que, a partir de un buen gobierno corporativo, se puede construir una empresa más sostenible, robusta y longeva. En nuestra opinión, la G debe permanecer como el pilar central sobre el que se integren los nuevos objetivos definidos de la E y la S.

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