Caso Generali. La rentabilidad pesa más que la ESG en las batallas contra los CEO

El consejero delegado de la aseguradora, Philippe Donnet, se encuentra en el ojo del huracán, después de que dos accionistas de la italiana hayan acordado apoyarse para renovar el consejo

El activismo europeo sigue adoptando el modelo tradicional de cuestionar ejecutivos por su falta de rentabilidad, que por motivos más ligados a la ESG.

Generali, que ya sabe lo que es vérselas con la presión de los inversores, se ha encontrado con su propio Caballo de Troya, después de que dos de los accionistas del grupo, Francesco Gaetano Caltagirone y Leonardo Del Vecchio, que controlan conjuntamente un 11 por ciento del capital, hayan pactado promover el nombramiento de un nuevo consejero delegado en el caso de que no se llegue a un acuerdo para su renovación.

El primero es miembro del consejo de administración y los ambos son ejecutivos muy conocidos en el mercado italiano por sus actividades empresariales. Caltagirone es un conocido magnate de la construcción italiano, mientras que Leonardo del Vecchio es el fundador de Luxottica.

La excusa planteada por ambos para cerrar este acuerdo es que la aseguradora pueda contar con un consejo con la mejor «rentabilidad y efectividad» para la compañía. El componente de gobernanza se queda fuera de la transformación.

De acuerdo con Reuters, ambos contarían con una propuesta de reforma del máximo órgano de gobierno. Dado el peso en el capital, su propuesta incluso podría presentarse de alguna manera a la junta del año que viene si la renovación previa no ‘cuadra’ con los intereses de estos accionistas y convence al consejo.

Asalto en primavera

Se esperaba que Generali reformara su consejo antes de la próxima primavera, aunque las presiones han surgido mucho antes de este plazo. Una de las figuras más cuestionada es la del actual consejero delegado, Philippe Donnet (en la fotografía de esta noticia).

A diferencia de Danone, en la que uno de los ganchos para exigir la salida de Emmanuel Faber, anterior primer ejecutivo de la compañía de alimentación, era que no existía separación de poderes entre el presidente y el consejero delegado -una de las exigencias de los inversores ESG-, Generali sí cumple con esta separación de roles; por lo que la motivación sería diferente.

Bluebell, el minorista que motivó el cambio en Danone, instó al cambio de roles, pero su argumentación fundamental era la falta de rentabilidad de la compañía.

Cuando el activista puso en marcha su campaña Danone era uno de los peores valores del índice CAC 40 a un año, con pérdidas del 24 por ciento frente al 8 por ciento que se dejaba el indicador galo.

Además, cotizaba muy rezagada respecto a sus competidoras. Nestlé había ofrecido en el mismo periodo una rentabilidad total -incluyendo dividendos- de algo menos del -4 por ciento y Unilever una positiva del 3,17 por ciento. Incluyendo la retribución el retorno de Danone era de un -21 por ciento.

Las comparaciones a nivel de gobierno corporativo también son significativas entre ambas. Danone lograba una puntación de 4 de ISS -la mejor posible es 1 y la peor es 10- cuando en el caso de Generali ahora mismo cuenta con la máxima nota posible.

Las acciones se mantienen firmes

La lucha activista no está afectado a la cotización de Generali, que continúa recuperando terreno tras el fortísimo golpe sufrido con el cierre económico de 2020. De hecho, sus títulos ya cotizan cerca de los precios a los que se intercambiaban antes de la irrupción en Europa de la pandemia de coronavirus -los 18,88 euros a los que cerró el 19 de febrero, antes del desplome-.

En concreto, este lunes sus acciones despidieron el día a 17,6 euros tras anotarse un 0,97 por ciento respecto al viernes (el acuerdo entre accionistas se conoció este sábado).

En lo que llevamos de año suman un 23 por ciento; y su evolución está alineada con el de otras aseguradoras europeas. Por ejemplo, AXA avanza un 19 por ciento y Mapfre un 14 por ciento.

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