Antonio Brufau (Repsol) reprocha al Gobierno el sesgo pro eléctrico de la Ley de Cambio Climático

“No es cierto que la electrificación baste por sí sola para alcanzar el grado de descarbonización que necesitamos”, ha asegurado el presidente de la energética durante la junta anual de accionistas

Un claro mensaje para que las Administraciones no prioricen unas tecnologías sobre otras en la transición hacia una economía libre de emisiones contaminantes en 2050. Así lo ha exigido el presidente de Repsol, Antonio Brufau, durante la junta de accionistas celebrada este viernes. 

“Confundir descarbonización con electrificación no es inocuo. Es un error, muchas veces interesado, que da las señales erróneas y nos puede condenar al fracaso”, ha asegurado.

Y ese “error” queda, en su opinión, patente en la Ley de Cambio Climático que ha elaborado en el Ministerio para la Transición Ecológica encabezado por Teresa Ribera. “No hay mejor ejemplo que el grave sesgo que se ha introducido en la discusión de la Ley de Cambio Climático, actualmente en tramitación en el Congreso de los Diputados”, ha indicado Brufau

La compañía, que está en pleno proceso de transformación para reducir su dependencia del negocio petrolero, indica que está centrado en la fabricación de combustibles fósiles sostenibles, con la necesidad de que estos lleguen a las emisiones nulas de CO2, como puede ser el hidrógeno verde. 

«Confundir descarbonización con electrificación no es inocuo. Es un error, muchas veces interesado»

Antonio Brufau, presidente de Repsol

“Pero el actual texto de la ley prioriza, sin razón ambiental alguna, la electricidad sobre otras alternativas renovables”, ha criticado Brufau durante su intervención. “Pretende prohibir todos los vehículos que emitan cualquier molécula desde el tubo de escape, independientemente de que tenga o no origen renovable”.

“Imponer a los vehículos el principio de emisiones directas cero, sin atender además a las emisiones que se hayan deslocalizado a lo largo de su proceso de fabricación y en la propia generación eléctrica, es un grave error, un torpedo en la línea de flotación de la esencia misma de la economía circular y de la ambición de tener en Europa, mediante políticas de largo plazo, una industria del refino con estándares de mejores prácticas de sostenibilidad a nivel mundial”, ha argumentado Brufau.

En esta misma línea, ha indicado que “no es cierto que la electrificación baste por sí sola para alcanzar el grado de descarbonización que necesitamos”. 

“Por supuesto que la electrificación y las renovables van a ser grandes protagonistas del futuro, y ahí vamos a estar nosotros, con 15 GW de potencia instalada en 2030. Pero también va a ser imprescindible la apuesta por los biocombustibles y los combustibles sintéticos, por el hidrógeno tanto verde como azul. Digamos las cosas como son. Digamos claramente que sin combustibles líquidos los aviones no podrán volar”, ha resumido.

En contra del Fondo Nacional para la Sostenibilidad del Sistema Eléctrico

El modelo de transición hacia la neutralidad de emisiones no ha sido la única crítica de Brufau, que también ha ahondado en su falta de acuerdo con el Fondo Nacional para la Sostenibilidad del Sistema Eléctrico, al considerar que “quiebra el principio de equidad y de neutralidad tecnológica”.

“Este fondo (…) confunde erróneamente electrificación con descarbonización, y pretende que todos los sectores energéticos financiemos los extra-costes de los proyectos de electricidad renovable de principios de este siglo. Esto poco tiene que ver con la sostenibilidad futura del sistema eléctrico”. 

“¿Por qué no se reclama al sector eléctrico que haga frente a sus responsabilidades pasadas?

“Hemos oído con frecuencia voces interesadas o desinformadas que reclamaban nuevas cargas fiscales para los combustibles invocando el principio de «Quien contamina paga», cuando con la carga fiscal los consumidores están pagando ya 200 euros por cada tonelada de CO2 emitida, a través del Impuesto Especial de Hidrocarburos”.

Y ha proseguido en esa crítica. “¿No es cierto que casi la mitad del CO2 que hay hoy en la atmósfera, y que permanecerá en ella durante cientos de años, procede de la producción de energía eléctrica principalmente en centrales de carbón?”, se ha preguntado. 

“¿Por qué no se reclama al sector eléctrico que haga frente a sus responsabilidades pasadas? ¿Cuándo han pagado las centrales de carbón un precio por sus emisiones de CO2 comparable a lo que están pagando todos y cada uno de los consumidores de combustibles?”, ha insistido.

“No basta con ignorar estas preguntas (…) No se puede expropiar parte de su renta a los consumidores de hidrocarburos, arguyendo razones medioambientales cuando las principales son otras. Se trata, simple y llanamente, de beneficiar a unos pocos y que otros muchos les paguen la factura”, ha concluido.

Al margen de las exigencias regulatorias, la junta de Repsol ha estado marcada por el impacto de la crisis del coronavirus en su actividad y el golpe que le supuso a sus resultados de 2020. Un año que concluyó con unas pérdidas de 3.289 millones en 2020, lastrado por la caída de la demanda, las restricciones a la movilidad y la evolución del precio del crudo.

En ese contexto, en otoño lanzó su nuevo plan estratégico, para reducir su dependencia del crudo y avanzar en esa transición energética. 

En este sentido, Brufau ha apuntado que ese plan contempla un volumen de inversión cercano a los 18.300 millones de euros en cinco años. Además, que la compañía ha presentado una treintena de proyectos para participar en el reparto de fondos europeos Next Generation, con una inversión total asociada de 5.959 millones.

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